Mir Rodríguez Corderí
Culpa de otros
Culpa del mundo (“este mundo hijo de puta, donde todo está mal repartido”)
Culpa del país (“este país de mierda, en el que el que realmente tiene algún valor no gana para mantenerse”)
Pero, principalmente, culpa de sus ingresos que no alcanzaban para pagarle a una mujer que hiciera la limpieza en lugar de ella. País de mierda, ¡qué se le va a hacer!
Pensando a fondo, tampoco había trabajado gran cosa en estos siete últimos días. Verano en Europa y por ende, vacaciones, el gran ogro que consumía – ¿debiera decir deglutía? – sus entradas, magras en época de vacaciones europeas, como es sabido.
Trabajaba para España vía internet, vía teléfono, vía skype y vía lo que venga bien. La mantenía tranquila en casa, sin necesidad de desplazarse, sin necesidad de invertir tiempo en viajes, ni tiempo ni dinero, quizás lo último pesaba más en la decisión capital que lo otro. La comida era otro gran motivo justificante. Como es de público conocimiento no es lo mismo comer en casa que pagar el plus que implica comer afuera, así sea en un roñoso kioscucho de la estación ferroviaria.
Allá lejos –más bien, cerca- diversidad de diplomas o certificados de cursos/ateneos/congresos/seminarios/bla bla bla cubrían las paredes de su actual escritorio, una pieza de 3.50 x 3.50, paredes blancas, techo de machimbre , cortinas del color del magisterio romano, el lacre , o algo parecido -lo había leído tantas veces, desde los albores del Derecho Romano, que es lo mismo que decir desde el comienzo de su carrera en Derecho y Ciencias Sociales de la UBA- (¿quién podría creer que era un Diploma de Honor de esa prestigiosa Facultad y un miembro de MENSA Internacional- gracias a su IQ, viéndola ahí, sentada frente a un monitor de los viejitos, cero cuarzo o leds , todo debido a los escasos ingresos y al país de mierda/al sistema de mierda/a su jodido destino/ a su karma jamás entendido?)
-Los mejores no saben venderse, no generan guita en forma importante…los que verdaderamente saben están subestimados, infra-valorizados…o quizás, sólo quizás, nadie los busca pensando que serán demasiado caros, como todo el mundo piensa de lo que tiene un valor intrínseco real. O, pensándolo bien, no saben venderse porque precisamente son los mejores, y eso tiene un precio que pagar, un orgullo que sostener, un sentido del honor que hace claudicar las mejores intenciones de ascender por la escala social, no por el costado del prestigio, sino por el costado del dinero que retribuye los servicios prestados, la famosa contraprestación tan mentada hasta en el propio derecho privado-
Al que quiere celeste, que le cueste, reza el dicho.
Pero a ella no podían venderle el pescado podrido, ése de “el que quiera pescado, que se moje” porque su historia de vida le indicaba lo contrario. La única que terminaba empapada (en sentido metafórico) era ella.
Nadie busca la excelencia, salvo que cueste mucho, sin saber que la excelencia costosa, NO es excelencia, es simple merchandising, mera propaganda ficticia y utilitaria.
Sí.
Sin lugar a dudas.
Los mejores no se saben vender.
Y tampoco los venden.
Había venido repitiendo sueños catastróficos.
Aquel parapsicólogo con el que tuvo dos años de correspondencia fluida le dijo que era normal, que la mediumnidad de su abuela y su madre había sido heredada “por vía materna” por ella, que era la primogénita. También aquel masón, su dentista hasta que pasó a mejor vida, (¿será mejor vida?) con guante blanco, digno de su Principado, había repetido, con palabras distintas pero con idéntico sentido prácticamente lo mismo. Afirmaba “ver su aura”, los colores que rodeaban su cabeza cuando trabajaba en su boca…….pero, ciertamente, no había sido eficiente, le había quitado piezas dentarias a troche y moche, probablemente sin necesidad alguna, ¿chi lo sa?, quizás tan sólo por cobrar enseguida y no brindar un servicio de excelencia.
¡Qué jodido todo!
¡Qué país tan lleno de lacras!
¡Qué espacios vitales corrompidos por el vil metal y la mentira y la deshonestidad y el esnobismo!
Repitamos: había soñado con verdaderas catástrofes. Una guerra no definida, por la cual debía ir arrastrando su cuerpo por suelos cuando menos pedregosos, buscando refugio en espacios insólitos como dentro del falso lugar detrás de un armario en lo que parecía el dormitorio de su abuela en la casa donde vivió hasta que contrajo matrimonio. Un hermoso espacio donde se había escondido de niña de imaginarios enemigos que la perseguían sin descanso.
-¿Será que soy una escorpiana típica? ¿Será mi Piscis en Casa V?-
Semejante imaginación, tamaña fantasía parecían descansar en explicaciones dadas por la Astrología, ciencia (¿debiera decir paraciencia?) que la había subyugado desde edad muy temprana, tanto que la había estudiado en forma no sistémica, mediante una voluntad autodidáctica que la proveyó de infinidad de herramientas: astrología, numerología, cábala, magia…ya era casi una maga jefa y si no fuera por el significado que a esas palabras le daba la simple otrora existencia de su maestro dilecto, Jorge Adoum, no sentiría “a nivel dérmico y álmico” la importancia de serlo.
Cansada de soñar con guerras donde debía esconderse del enemigo, con sitios de tortura de los que hacia ingentes esfuerzos para escapar, gastando tal cantidad de energía que cuando se despertaba estaba siempre exhausta, como si en realidad el sueño no hubiera sido tal. Harta ya de repetir sueños cortos, llenos de incógnitas circulares al mejor estilo borgiano, sin conclusión alguna, iterativos ad infinitum, se planteó con gran obstinación y determinismo dieciochesco que cambiaría el curso de sus sueños.
Por su mera resolución
Por un simple ejercicio volitivo. Algo así como “quod Principi plaçuit...”
Y eso hizo
Conocedora de rituales, mantras, vocalizaciones, tonos, ritmos, pausas, logró hacer una cadena sistematizada y metódica de su decisión: fue desgranando todas sus habilidades, hora tras hora, día tras día, semana tras semana, en una ininterrumpida secuencia temporal.
Lanzada hacia un infinito incierto, improbable desde los cánones racionales
Ignoto
Inasible Inaccesible
¿Habría sembrado vientos?
Llegó a “ver” el desenlace de los sueños con claridad, de manera de poder cambiarlo con antelación. De ahí en adelante tuvo cantidad de finales apropiados.
Logró definir la atmósfera del siguiente sueño antes que empezara, pudiendo componer las más variopintas escenas, decorados prodigiosos, paisajes soberbios y paseos por ciudades que le eran prohibitivos en la realidad
Se sorprendió arañando con saña a una rival de su adolescencia; cenando a la luz de las velas y música de saxo como telón, con el profesor de Historia Argentina, ése que la había inaugurado en esa manía de Lolita irredenta, en tercer año del secundario; subiendo al Everest con un Brad Pitt perdidamente enamorado; escuchando a Julio (Cortázar, por supuesto) sentado en un sillón de pana verde leyendo una novela, arrobada y arrodillada sobre una alfombra que terminaba frente a la chimenea de leños crepitantes.
Fue un viernes santo que se le ocurrió la peregrina idea
Para ser totalmente francos, venía dándole forma de manera inconfesa desde la última noche de carnaval, cuando le pareció detectar un no-sé-qué orgiástico en el desfile de carrozas tradicional, que la llevó de golpe a una escena de la película El Perfume que le quedó como marcada a fuego en la memoria, una suerte de hierra de sus sinapsis.
Había fagocitado miles de bits de información sobre nanotecnología, física cuántica y cuanto "gato de Schrödinger” hubiera suelto por ahí.
Con el apoyo de una logística de factura propia, tipo #la escalera sube si la veo desde el patio o baja si la veo desde el rellano#, comenzó a programar la tan anhelada realidad
En lugar de un mundo hijo de puta diseñó un mundo sin fronteras donde todo se repartía en forma igualitaria y homogénea.
Al país de mierda lo convirtió en un lugar donde los mejores eran remunerados como tales y no necesitaban salir a venderse como una prostituta corporativa.
Nada quedó librado al azar, ni siquiera el modelo de vida familiar y doméstica.
Todo, cada vestigio, cada poro de la dermis social y personal, fue siendo diagramado hasta sus últimos detalles.
Faltaba pulsar el botón.
Un mecanismo de creación tipo big bang, que había quedado inserto entre la aurícula y el ventrículo derechos y al que oprimiría con ayuda de un mantra perfecto cantado en C1 (32,7 Hz), una nota más grave que Do (65,41 Hz) y prácticamente irreconocible para el oído humano por esa misma razón.
Una nota muy cercana a los infrasonidos.
Debían concurrir varios factores en ese ansiado momento.
Una luna en cuarto creciente, transitando un signo de aire, Géminis, Libra o Acuario y un sol recorriendo las constelaciones de Tauro, Virgo o Capricornio.
Condiciones climáticas expresas: temperatura bajo cero grado o sobre 50 °; humedad relativa del 70% según fórmula ;
presión atmosférica no menor a ……
Previo a todo trámite, quiso hacer una prueba piloto y creó un asistente, dado que había multitud de cálculos que llevar a cabo. Para ello introyectó la imagen de un ingeniero mecánico, un químico, un físico, un biólogo, un médico, un filósofo y un psiquiatra transpersonal…todo lo cual bien batido y mezclado dio lugar a Demian, en directa alusión a Hesse y su Eva primordial.
Fue una noche adecuada de Mayo, con la Luna coqueteando en Géminis y una bendita ola polar que le regaló una madrugada de dos décimas bajo cero, suficientes humedad y hectopascales.
No le tomó más que quince escasos minutos exhalar el mantra y presionar el trascendente botón coronario.
De ahí en más Demian se ocupó de la afiebrada tarea de apoyatura logística para el objetivo principal: la creación ex nihilo del mundo y del país perfectos.
¿Cosecharía tempestades?
Hacía un centenar de plenilunios que había hecho realidad su más caro sueño
Meditaba sobre ello, acariciando suavemente los mechones ya blancos de su cabello que caían sobre las mejillas, mientras leía el último pasquín de ese grupúsculo que había salido fallado.
Buscaba en su interior alguna pista que la condujera al error, “porque ella jamás había proyectado ovejas negras en su rebaño”, de eso no cabía la menor duda, cuando entró su asistente bamboleándose entre un ataque de nervios y un autocontrol que debía primar sobre su naturaleza inferior pero que presentaba evidentes signos de mal funcionamiento.
< Señora, los mejores están nuevamente en plena asonada >
< ¿Qué piden ahora? > preguntó ella visiblemente molesta
< Autos y casas, señora >
< Pero si tienen mansiones y 3 autos por familia >
< Exigen que se les dé igual tratamiento a sus ayudantes >
< Si cedemos en esta petición, tendremos que pasarnos haciendo casas y autos para ayudantes, auxiliares de ayudantes, sus familiares directos, sus familiares políticos y no pasará mucho tiempo en que las autopistas colapsarán y no habrá un palmo de terreno que no se halle edificado> dijo ella mientras lanzaba un suspiro de pesadumbre al aire.
< Esta película ya la vi y no quiero transitarla nuevamente, porque de este tipo de situaciones se entra y jamás se vuelve a salir > exclamó.
Demian apartó la vista y la escondió detrás de los vidrios del gran ventanal que daba a la plaza principal.
< No sé, señora, esta vez me parece que no hay retorno, los veo muy determinados, como si supieran algo que desconocemos >
< ¿Has podido averiguar algo más de ese proyecto que guardan tan en secreto? > preguntó mientras sacudía las miguitas del sándwich sobre el alféizar de la ventana, mirando al gorrión que vendría a comerlas al instante.
< No. Es increíble cómo han aprendido a burlar todos mis controles. Ya ni siquiera usan internet, todo sea para no dejar pistas ni rastro alguno. He instalado cámaras en sus habitaciones, baños, cocinas, garajes, autos, maletines, escritorios. Hay micrófonos de última generación en sus ropas, en sus lapiceras, en sus zapatos y hasta en las cortinas de sus esposas, esos agregados de cabello largo que tanto les gustan y hasta los he logrado mezclar en forma de micro gránulos en todo aerosol que usen, desodorante, perfume, acondicionador, crema y pomada. Nada. Cero resultados. Ni palabra del proyecto > dijo su asistente notoriamente decepcionado.
< Pues los tiene muy ocupados, ni siquiera duermen, andan abusando de la telepatía. ¿Qué será lo que están pergeñando que vale quedarse en vigilia tanto tiempo? >
< Vaya uno a saber, mejor me voy a redactar la negativa al requerimiento, señora, antes que nos inunden con sus asquerosos pasquines >
< Un mundo loco, Demian, ingrato, sumamente desapegado, después de lo que hemos hecho por ellos. Parecen empeñados en convertirnos en un país de mierda a toda costa >
< Dios nos libre> se fue mascullando el asistente.
< Dios nos libre> se fue mascullando el asistente.
A pocas cuadras del Palacio Principal, un grupo de 20, lo mejorcito de ese país, terminaban de generar el mantra justo para activar un botón que habían insertado en sus laringes.
Estaban agotados porque no descansaban desde dos semanas atrás, cuando tuvieron que utilizar la telepatía para intercomunicarse, ya que era imposible utilizar la voz sin presionar el adminículo.
Estaban agotados porque no descansaban desde dos semanas atrás, cuando tuvieron que utilizar la telepatía para intercomunicarse, ya que era imposible utilizar la voz sin presionar el adminículo.
La idea surgió del megabrain, cuando recibieron el primer comunicado de La Mandataria negándose a incrementar en un millón de toneladas el alpiste para sus canarios clonados, medida destinada obviamente a impedir que la población de aves creciera aún más. La Mandataria seguramente privilegiaba su propio descanso a la necesidad de los mejores de estudiar otros comportamientos.
Ella tenía el secreto de la creación ilimitada: ¿por qué no habrían ellos de poseerlo también?
Decidieron vigilarla estrechamente, leer sus labios, interceptar sus pensamientos, grabar todas sus conversaciones, filmar cada uno de sus escritos.
Para ello usaron, en reversa, el propio sistema que El Asistente Primero había entretejido en sus vidas, hogares, actividades y pertenencias. Y así pudieron descifrar el Gran Secreto, poniéndose sin demora alguna a reacondicionar el método.
Ya estaban en condiciones de producir el milagro: la creación ex nihilo de un mundo perfecto donde no hubiera Mandataria ni Asistente que tuvieran potestad alguna sobre ellos.
Vislumbraban el glorioso día en que visualizarían ese nuevo orden mundial. Habían acordado un Gran Pacto de Silencio. Sólo ellos, un grupo de tan sólo 20 y, eventualmente, sus descendientes, manejarían los hilos de toda existencia humana, animal e incluso vegetal y mineral, de conformidad a sus propios deseos y necesidades y con el fin de lograr su perpetuación.
Esa noche entonarían el mantra para provocar el big bang
El clima acompañaba, el sol transitaba Capricornio y la luna sonreía desde Acuario.
La ilustración fue realizada por el dibujante argentino MARIO C CARPER
8 comentarios:
Estimada Mir:
Me encanto, no creo que surja de LA NADA, sino de una mente privilegiada.
EXITO!!
Es muy interesante siempre ver qué mecanismos -en este caso acertados- elige el autor/ra para, dentro de lo real, encontrar las grietas por donde se cuela lo fantástico. Me gustó mucho. La resolución, y toda la historia bien hilvanada. Gracias. Un abrazo.
Es muy interesante siempre ver qué mecanismos -en este caso acertados- elige el autor/ra para, dentro de lo real, encontrar las grietas por donde se cuela lo fantástico. Me gustó mucho. La resolución, y toda la historia bien hilvanada. Gracias. Un abrazo.
Un relato algo más que borgiano, utilizando la técnica del eterno retorno, para perpetuar una distopía tras otra. es interesante como va desarrollándose la historia desde el monólogo interior del clásico inconforme hasta la postura del dictador incomprendido.
Relato muy interesante, Mir, con ese Nuevo Orden Mundial que tanto nos inquieta y que tan poca gente conoce sus planes. ¿Acabará todo como en tu cuento?
Un fuerte abrazo.
Excelente! Muy buena historia, muy lindo el desenlace y percibo la moraleja de que no existe lo perfecto, porque la perfección de uno es la imperfección del otro.
Esperamos pasar a través de cuerpos, almas y aúllos; los rancios alborotos y sus contornos salvajes; los aspavientos que hurtan al espejo las ganas de morir... Asnos de oro o maestros son las buenas noticias del mundo; y un cuento, un cuento quizás, para dejar de existir. No comenzaste tu relato porque la conclusión no sabías, más sí reprendiste la vida, su ojo, su oído, su mente... La pluma escribe el zafarrancho y la corneta de la nada convoca la pugna para ir más allá de lo que queda por hacer. Hay una bendición disfrazada y un paso; se unieron para conocer el sol y su recreación; se amasaron para llegar a averiguar el comienzo. Por eso escribirás alrededor porque el centro de la hoja sabe a un leviatán cosaco."Haec ego non multis scribo, sed tibi: satis enim magnum alter alteri theatrum sumus". Ave! Mir
LEO THIRZA
No tengo capacidades para la crítica literaria. Como simple lector, el texto me llamó mucho la atención por su crescendo, por sus nudos de tensión, que son intensos. Me parece que encierra además dilemas, anhelos y hasta delirios, diría, que nos acompañan como seres humanos desde la noche de los tiempos.
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