viernes, 15 de agosto de 2008

Un cuento sufi para tu trimesaversario


Felices 3 meses, hijo mío

Mami ha estado algo ocupada en resolver cuestiones vitales

Por eso me he ausentado un tiempito

La vida fuera de estas cuatro paredes es demandante de horas, dedicación, energía, esfuerzo, lucha, logros...

Ven, siéntate aquí junto a mí, te contaré un cuento sufi, que empieza así:

"Existió un viajero que tuvo que hacer una larga travesía, ató su animal a un carro e inició la marcha hacia un largo destino, con un límite fijo de tiempo. Al animal lo llamó Necesidad, al carro Deseo, a una rueda la llamó Placer y a la otra Sufrimiento.
Así pues el viajero llevaba su carro a derecha e izquierda, pero siempre hacia su destino.
Cuanto más velozmente iba el carro, más rápidamente se movían las ruedas del Placer y el Sufrimiento, conectadas como estaban por el mismo eje y transportando como estaban el carro del Deseo.
Como el viaje era muy largo y nuestro viajero se aburría, decidió entonces decorarlo, ornamentarlo con muchas bellezas.
Pero cuanto más embelleció el carro del Deseo más pesado se hizo para la Necesidad, de tal manera que en las curvas y en las cuestas, el pobre animal desfallecía no pudiendo arrastrar el carro del Deseo.
En los caminos arenosos las ruedas del Placer y el Sufrimiento se incrustaban en el piso.
El viajero desesperado, porque el camino era muy largo y estaba muy lejos su destino, decidió meditar sobre el problema y, al hacerlo, escuchó el relincho de su viejo amigo.
Comprendiendo el mensaje, a la mañana siguiente desbarató los adornos del carro, lo alivió de sus pesos y muy temprano llevó al trote a su animal avanzando hacia su destino. No obstante , había perdido un tiempo que ya era irrecuperable.
A la noche siguiente volvió a meditar y comprendió, por un nuevo aviso de su amigo, que tenía ahora que acometer una tarea doblemente difícil, porque significaba su desprendimiento.
Muy de madrugada sacrificó el carro del Deseo.
Es cierto que al hacerlo perdió la rueda del Placer, pero con ella perdió también la rueda del Sufrimiento.
Montó al animal de la Necesidad, y sobre sus lomos, galopó por las verdes praderas hasta llegar a su destino."

viernes, 1 de agosto de 2008

No te dejes engañar por mí


A veces sucede que me encuentro con mi propia pluma en internet.
Yo misma no salgo de mi asombro.

Hemos escrito tanto...

Hubo épocas en que por pudor guardábamos el anonimato.

O usábamos nombres de fantasía.

Lejanos tiempos en que solíamos pensarnos minúsculas, por contraste. Soy consciente que estoy usando el nos de la reyecía, que, desde ya, no deja de ser una máscara.

Nos avergonzábamos?
No lo sé, aún, a ciencia cierta.

Baja autoestima?
Seguramente.


Pánico a la exposición pública?
Por cierto.

Perfeccionismo implacable en el sí mismo?
Sin duda alguna.

Más cercanamente hemos hablado de anonimato y máscaras
¿Casualidad? Pues, sencillamente, no existe.

Y, volviendo a la primera persona del singular: he probado distintos accesos, me he desviado de la carretera principal, he resignado la inmediatez en procura de una distancia beatífica y salvadora, he caído, he rodado, me he levantado, me he superado, estoy aquí

Entonces, amigo, simplemente porque te ha conmovido, aquí va:

No te dejes engañar por mí, por la máscara que uso.
Porto miles de ellas, caretas que temo quitarme, y ninguna de ellas soy yo.

Fingir es un arte y para mí es instintivo, pero no te dejes embaucar.

Doy la impresión de que me siento segura, que todo es luminoso y sin problemas, que las aguas están en calma, que tengo el control de las cosas y que no necesito a nadie.

Pero no lo creas, por favor no lo hagas.

Mi superficie parece serena pero es una máscara y tras ella no hay seguridad alguna.
Tras ella está mi verdadero yo, con su confusión, temor, soledad.
Pero esto es algo que oculto.
No quiero que nadie lo sepa.

Siento pánico sólo al pensar que mis debilidades queden expuestas.
Por ello uso un antifaz, para ocultarme, para ayudarme a fingir, para cubrirme de la mirada que me descubra.
Temo que ésta no esté guiada por el amor y la aceptación, pienso que me menospreciará, que se reirá, que su risa me matará.

Siento temor de que en el fondo no sea nada, que no sirva y que te percates de ello y me rechaces.

Así despliego mis juegos, mis desesperados juegos en los que actúo con una fachada de seguridad en el exterior y un niño tembloroso en el interior.

De esta manera, mi vida se convierte en una fachada.
Converso con los suaves tonos de la charla circunstancial, hablo de todas las cosas, que en realidad no son nada, nada de lo que llora en mi interior.
Por ello, cuando hable no te dejes enredar por lo que diga. Por favor, escucha cuidadosamente e intenta oír lo que no estoy diciendo, lo que me gustaría expresar, lo que, para sobrevivir, necesito exclamar pero no puedo.

No me gusta ocultarme.

Sinceramente me disgusta, como me molestan los actos superficiales y falsos con que juego.

Desearía ser genuina, realmente me gustaría ser genuina, espontánea, yo misma.

¿Puedes ayudarme? Hazlo tendiéndome tu mano, aun cuando sea lo último que al parecer quiero o necesito
Cada vez que eres generoso, gentil y alentador, cada vez que intentas comprender –porque realmente te preocupo-, a mi corazón comienzan a salirle alas, muy pequeñas, muy débiles, pero alas al fin y al cabo.

Con tu sensibilidad, simpatía y capacidad de comprensión, puedo lograrlo. Alientas vida en mí.

No será fácil.

Una condición de invalidez, sostenida desde hace mucho tiempo construye fuertes muros; pero el amor es más fuerte que ellos y ahí radica mi esperanza.

Por favor, intenta derribar esos obstáculos con manos firmes y a la vez suaves. Un niño es muy sensible, y yo lo soy.

¿Quién eres?
Te preguntarás.

Soy alguien que conoces muy bien.
Soy cualquier hombre, mujer, chiquillo o ser humano que conozcas.



https://www.youtube.com/watch?v=HrKmpjtluEY&list=PLVhwmrNoGybiYyC0AB_Ap1J-BUfVS6VOV&index=1