lunes, 5 de septiembre de 2016

Llueve acá. Es noche allí y aquí. Yo te adivino.




Acabo de notar que tenemos un vasto denominador común.
Nos gusta todo lo vinculado a la administración de la polis.
Somos diletantes de lo que huele a cultura.
Venimos de esforzarnos por acumular conocimientos. Tópicos variopintos.  Temas académicos y sociología de masas. Psicología del marginado. Sofía mayúscula. Un grueso mamotreto incluyente de todas las formas de manipulación, personal o mediática, para lograr adeptos y adictos.

Vale. Te admito en mi continente vital  y eso no es moco de pavo.
Creo que tú haces otro tanto desde tu México ancestral y tampoco es algo así de simple.
Todo tiene un precio, ya lo sabes.
Pero para nosotros es lo mismo que la minúscula diferencia entre levantarse o arrastrarse  fuera de la cama.
Te leo. Me lees. Te leo. Me lees. Y así en estricto sentido rectilíneo.

A veces suelo ser tan oscura o críptica como hoy, como en estos garabatos que te dedico para decirte que me importas, que no me resultas para nada ajeno, que te observo y analizo y trato de bosquejarte en un papel inexistente que se empecina en estirarse en  mi mente incongruente.
Porque cuando pienso en ti pierdo últimamente la coherencia sublime con que fui dotada y desciendo a este nivel donde la abstracción impera y se  multiplica como en una feria dadaísta decadente y extemporánea.
Llueve.
También está frío, destemplado.
Ojalá lo entiendas.

MIR