sábado, 29 de diciembre de 2018

Todo llega a su fin. Mir Rodríguez Corderí


Eduardo dio un respingo en el sillón de su escritorio cuando pensó que “todo llega a su fin”.

No imaginó en ningún momento previo que llegaría a sentir tamaña conmoción por la ausencia de la susodicha.

Sin embargo, los pensamientos vivaces y díscolos, los escalofríos con 30°C, los cambios inexplicables de ánimo, la profunda sensación de vacío, de desubicación en espacio y tiempo, lo acababan de convertir en un gran signo de interrogación para sí mismo.

Todo había empezado suavemente, como deslizándose por una duna, o por un tobogán de agua.

La sorpresa de tener tantas cosas en común fue un importante aderezo.

Pero esa turbulencia… esa forma de neurosis obsesiva que lo fue asaltando, insistiendo en verla, en tener una foto actual de ella, fueron minando la relación, sin que ninguno de ambos deseara  que eso ocurriera.

Recordó –con una breve sonrisa—que la primer causal esgrimida por ella fue la diferencia de edades, pero él aseguró que le gustaban las mujeres mayores y creyó que con ello había dejado zanjado el tema.

Se dedicó a leer todo lo que pudiera en el blog de ella y lo subyugó su forma de escribir.

Era una rara avis y a él desde siempre lo deslumbró acceder a personas con un intelecto bien formado, una fineza casi aristocrática y ese no sé qué de desparpajo juvenil que ella usó con él con tanta maestría.

No obstante y casi sin poder contenerse, siguió por la línea escabrosa de trato que había elegido, aun dándose cuenta que ella se sentía cada vez más disuadida a romper toda comunicación.

Una suerte de competencia larvada lo embargó totalmente.
Eduardo tenía que ser mejor que los que la habían pretendido y eso era prácticamente imposible y él lo sabía.
Quizá por esa razón se dedicó a cuestionarla, hacerla objeto de sornas varias y dejarla colgada cuando ella lo buscaba.

Cuando terminó de decepcionarla, con la última estocada, la bloqueó en su whatsapp y bajó a la ceremonia del luto sin entender completamente por qué lo hacía si el dolor le escocía  el pecho y le dificultaba la respiración.

Cosas que pasan, se decía.

Pero el nudo seguía ahí, apretando al fracaso en su último intento de comprensión.
 
Es verdad -pensó- todo llega a su fin.
 

viernes, 15 de junio de 2018

Que nació en noviembre.

La memoria fluctúa siempre.
Y envejece.
En sus papeles kanson 
hay zonas resquebrajadas,
hay grietas de septiembre
que envilece
primaveras descaradas.
Hay una imagen nuestra desdibujada
de ésa que nació en noviembre
y que agosta, que envejece
a pesar que aún siembre
pasiones desordenadas.

Mir Rodríguez Corderí.

Para sanar tus penas y tu melancolía.


Tu lejanía.


Gentil latencia.


Poema al libro.


Repetición de mí misma.


El azar juega a los dados.


Huyen las letras.


Somos dos y somos infinito.


Esa tu enemiga, la abulia.


Podríamos...


Esa necesidad de ser más cierta


Un don escaso


...y te metes en mi bañera.


Bésame así


Curvas de mujer


El impulso enamorado


Corazón enorme


El ángel custodio de mi jardín sin odio


Esperándote


Hojas de otoño II



Manumitida


Hojas en el suelo


Cabalgando