Cada vez que desciendo al dolor,
que mi día
tiene moños de pena
en las trenzas,
las palabras se me quiebran
en vacío
y la melancolía
se sumerge en el oleaje
de mis venas
Es en esos momentos
cuando de tan dolida
se me olvida mi nombre
Y necesito
mirarme en los espejos
para recordar mi rostro
Entonces,
por amor a la vida,
me adhiero al destino
de los crédulos,
enderezo mis rodillas
y sorteando el abismo,
redescubro con mis dedos
mis pasadas rutinas,
mis antiguos caminos,
y mis sueños.
Mir Rodríguez Corderí
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