A alguien que me sabe
De todas maneras
veníamos arrastrando la urgencia
de ponernos un nombre,
a más de esa pasión común
por los juegos sutiles,
malabarismo de palabras
y de miradas
-que siempre dicen más y mejor-
Ligeramente, como restándole importancia,
nos fuimos ubicando mutuamente.
Si hubiera habido opción
me habría gustado quedar a tu costado
para que mi presencia te fuera
un simple entornar los ojos cada vez.
En cambio, este espacio abierto,
como una mano estirada que mendiga,
me sabe a demasiado dilatado,
demasiada soledad deshabitada.
Sin embargo entiendo
que no podría ser de otra manera.
La consigna es no ser tan sólo esto
pero tampoco mucho más.
Simplemente dos saetas
esperando ser lanzadas al unísono
para volver al mismo lugar,
la misma expectativa,
después de abrevar
la gloria de lo efímero
MIR
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