viernes, 30 de mayo de 2008

Ciencia y religión desde los ojos de un Catedrático de Física Aplicada por la Universidad de Alcalá


Continuando con el análisis de la espiritualidad en el Siglo XXI, me parece oportuno y conveniente acudir a un científico para intentar ver a través de sus ojos este gran tema de la religiosidad del hombre


Existe una verdad mágica y una verdad de la ciencia?

La religión se explica por cartabones diferentes a la ciencia?

Qué piensa un estudioso de las religiones como Huston Smith?

El Catedrático de Física Aplicada por la Universidad de Alcalá, Antonio Ruiz De Elvira nos habla de dos libros que ha leído:
On Science, de B.K.Ridley y Why Religion Matters, de Huston Smith
En ambos se quiere hacer distinción entre ciencia y otra cosa que ellos dos denominan “espíritu”. En el libro de Ridley se distingue entre la verdad de la ciencia y la verdad mágica. ¿Qué es la “verdad mágica”? Supone Ridley que son las fuerzas humanas no materiales de este mundo: El poder de la personalidad, el carisma, el ritual, la atmósfera que rodea a una persona, etc., que es, según él, lo que es el arte.
En su último capítulo, Huston Smith señala que muchos científicos no aceptan la religión porque carecen de una “sensibilidad” que les falta y que tienen las personas religiosas.

Trata a continuación de describirla. Dice que tiene 4 partes:
1. Sugiere que la esencia definitoria de la humanidad son las preguntas que hacen los seres humanos: ¿Cuál es el significado de la existencia? ¿Por qué hay dolor y muerte? ¿Por qué vale la pena vivir? ¿De que consiste la realidad y cual es su objeto?
2. Añade que el sentido religioso es el “darse cuenta” de la distancia entre las preguntas y sus respuestas.
3. Añade que el sentido religioso es aceptar la convicción de que las preguntas tienen respuesta.
4. Y finalmente, que la búsqueda de la respuesta se realiza en congregaciones de seres humanos.
Estos 4 puntos definen también la ciencia, a salvo de un quinto punto que Huston Smith no menciona: Que la ciencia tiene paciencia, y no quiere la respuesta -YA-, que la ciencia sabe que la respuesta se va construyendo paso a paso, poco a poco, que nos vamos acercando a ella década a década, siglo a siglo. La religión exige la respuesta -YA-, dentro de la vida de cada persona, y además exige una respuesta completa, final, cerrada e inamovible.
Describe Huston Smith una experiencia “religiosa” que tuvo una noche de acampada en el desierto de California. Se despertó a las 2 de la madrugada al pensar que había recibido una “llamada” de la noche. Anduvo bajo las estrellas durante un rato, sin una sensación en su cerebro. Sugiere que ese es el sentido religioso.
Yo, lamentablemente, no entiendo nada de lo que dice. Sugiere que el sentido religioso es hacerse las preguntas anteriores, darse cuenta de la distancia que hay entre preguntas y respuestas, la convicción de que existen las repuestas, y que la búsqueda de las mismas se hace en el seno de grupos de personas, ¿Qué tiene pues que ver ese sentido religioso con el andar sin un pensamiento en la cabeza, de manera solitaria en una noche en el desierto? El que la actividad de recuerdo de memorias no coincida con la actividad motora ni con la de la visión invalida los tres primeros puntos, y al andar solitario invalida el último.
El grave problema del conflicto real entre religión y ciencia, del cual no se da cuenta Huston Smith, no estriba en ninguno de esos 4 puntos de arriba. Esos puntos definen la ciencia. El problema es el quinto punto que Smith no menciona: Que la respuesta no se puede obtener ni en una vida ni en miles de vidas. La ciencia es la búsqueda constante, el avance sin cese hacia esas respuestas, pero la ciencia reconoce que las respuestas se van obteniendo trocito a trocito, sin prisa pero sin pausa. El científico reconoce siempre que no ha llegado al final. La suya es una actitud humilde, de continuo aprendizaje. La religión, por otro lado, es la arrogancia suprema de decir que ha encontrado la respuesta, y que la respuesta es “ésta”, que es cierta y que es distinta de cualquier otra respuesta de cualquier otro grupo humano.
Es la inmensa arrogancia de Moisés, de los profetas, de John Smith, de tantos otros: “Os anuncio que he encontrado la verdad, total, final, completa e inamovible”
No hay “respuesta” final, cerrada, completa, pero si hay avance constante hacia ella. Y este avance es la ciencia. Para aceptar lo primero basta con estudiar, o más sencillamente, leer, la historia de las religiones: Su pretensión de verdad final, completa y cerrada, su exclusión de cualquier otro conocimiento. Los judíos mantienen -su- “verdad” y rechazan la de los cristianos y la del islam y estos últimos rechazan cada uno la de los otros dos, y dentro de los cristianos los católicos rechazan la “verdad” de los protestantes y cada denominación de éstos la “verdad” de las otras denominaciones, y los confucianos rechazan el judaísmo, y los sintoístas el budismo y el budismo el resto, etc., etc.
Ridley habla de verdad mágica. Pero ¿por qué “mágica”? Habla del poder del color, de la forma, de los símbolos. Al hablar de esto, nos da la clave de qué es la verdad mágica. Color, forma, símbolos son síntesis de conocimientos, agrupaciones de memorias que surgen todas juntas cuando las vemos. Tenemos miedo: El miedo es una reacción de preparación de los músculos y la inteligencia para escapar de un peligro. El miedo se forma desde la infancia. Una bacteria se encoge si se la pincha, lo mismo que una ameba, o que nos encogemos nosotros: Es la reacción natural a un ataque. Si el ataque se produce siempre rodeado del mismo color, de la misma forma, del mismo sonido, la visión de esa forma, de ese color, la audición de ese sonido despierta la misma reacción que el peligro real en si mismo.
Yo tengo miedo de los saltamontes. Mi reacción es muscular: Cuando ando por el campo y empiezan a saltar, mis músculos se contraen como para dar un salto yo también y escapar. La razón es sencilla. Cuando tenía unos 4 años, tenía un libro de dibujos donde aparecía un saltamontes magnificado, cerca de un niño y mucho mayor que él. El saltamontes tenía los ojos con miles de cristalinos, las patas aserradas como serruchos de madera y una boca abierta con dientes. Es claro que aquella imagen se debió combinar con que me debí caer y hacer daño, y el daño y la imagen quedaron asociadas en mi cerebro como un conjunto único de memorias.
De la misma manera el placer. ¿Hay para un bebé placer mayor que chupar la leche del pezón de la madre? El color de la madre, de su vestido, de la habitación donde mama, el sonido de la música que oye, el olor que le rodea, todo ello genera que esas impresiones se memoricen como grupo, de manera que una de ellas hace que el resto salgan a la parte activa del proceso cerebral.
El “poder mágico” de un color, de un olor, de un símbolo, es claro y evidente, y lo menos misterioso del mundo.
De la misma manera, ¿Qué es la literatura? ¿Cual es su encanto? ¿Cuando empezó la literatura? La primera obra literaria es la Ilíada de Homero (aunque algunos mantienen que son partes de la Biblia, pero es difícil entender el Génesis como literatura). ¿Cual es el encanto de la Ilíada? La Ilíada empieza así:
“Canta, oh Diosa, la cólera del Pelida Aquiles,cólera funesta que tantos males causó entre los aqueos.............”
Describe una realidad humana: Una persona, Aquiles, ha estado haciendo un esfuerzo notable en las batallas que otra persona, Agamenón, ha organizado para su propio beneficio. Aquiles quiere una muchacha que ha robado, pero Agamenón, basándose en el acuerdo de los del propio grupo a que pertenece Aquiles, la exige y la consigue.
¿Por qué es literatura? ¿Qué hace la literatura? Las palabras, recitadas en aquella época, leídas hoy, sacan a la parte activa del cerebro de quien escucha o lee grupos de memorias que producen la revivencia de ciertas experiencias en cada persona de las que escuchan o leen. ¿Quien no ha trabajado más que otros, en un cierto grupo de personas, para encontrarse después con que el premio se lo lleva otro? ¿Cómo no horrorizarnos de que las muchachas puedan ser metidas en harenes al capturarlas por la fuerza?
Literatura es ir reviviendo en la mente grupos complejos de memorias agradables, desagradables, casi vívidos, o que se esperan vivir, es vivir vidas imaginarias dentro del cerebro por medio de creación de grupos nuevos de memorias combinados a partir de memorias individuales o grupos ya existentes. La buena literatura es la que consigue esto con facilidad, la mala la que no lo consigue o lo hace con un esfuerzo agotador.
La música es distinta en mucha medida de las artes de la forma y el color, y de las artes de la palabra. El sistema nervioso humano funciona a base de envíos periódicos de corrientes eléctricas iónicas, a través de los canales polarizables que son los nervios. El placer es la sensación del sistema nervioso de que todo está controlado, de que el sistema funciona como debe: Nos sentimos en la gloria cuando todas las partes del cuerpo funcionan bien y de acuerdo unas con otras. El dolor es un sistema de aviso de que algo no marcha bien. Sentimos dolor al empujar con fuerza un alfiler aguzado sobre la piel, cuando este la rompe o está a punto de romperla. Ese mismo alfiler, manejado con sumo cuidado genera placer: Es la señal al sistema de control de que esas terminaciones nerviosas están funcionando correctamente. El orgasmo se obtiene directamente mediante estímulos repetidos que hacen funcionar las corrientes eléctricas de las partes correspondientes del cuerpo humano, o se puede obtener de manera simulada por estímulo eléctrico no de las terminaciones nerviosas, sino de los centros cerebrales de control.
Pues bien, es claro y evidente que el sistema nervioso funciona de manera periódica y que hay estímulos periódicos que se sienten como placer. Estos estímulos, generados en el sistema auditivo, son la música.
Si reconsideramos todo lo anterior, veremos que las “verdades mágicas” de Ridley desaparecen y se convierten en “verdades”, simplemente.
No hay más que realidades. Hay realidades cuya asimilación neuronal es muy rápida, y otras que cuestan siglos. La ciencia es el esfuerzo cumulativo y paciente para hacer a las neuronas cerebrales asimilar esas realidades que se convierten en verdades. La religión es el intento, un tanto burdo, de conseguir esa asimilación de forma instantánea, mediante un golpe mental. Es claro que esto es imposible. El universo, aquí cerca, dentro de nosotros, y allá lejos, en galaxias que casi no llegamos a detectar, es muchísimo más complejo que lo que puede permitir un golpe mental, una “revelación”. La religión es, por su forma de establecimiento como verdad revelada, mágica, persuasiva, muy pobre.
No hay más que una realidad, enorme, con inmensidad de caras, de aspectos, de sensaciones, de imágenes. La ciencia la va, poco a poco, capturando. La religión, la “verdad” mágica, la “verdad” revelada, la “verdad” persuasiva, no son más que intentos impacientes de capturar, de una vez, una realidad a la que la ciencia va accediendo poco a poco, sin prisa pero sin pausa, con humildad pero con una confianza inquebrantable. La ciencia nos da seguridad en el proceso, las “verdades” mágicas, reveladas, persuasivas, solo nos pueden producir rechazo, porque dejan casi todo el universo fuera de su explicación.

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