Esta noticia me lleva a centrarme cada día más en la idea que vengo forjando desde hace un tiempo, desde David Bohm más precisamente, que somos un conjunto de neuropéptidos, neurotransmisores, glándulas secretoras, hormonas y demás bellamente envueltos en una piel con boca, nariz, orejas, ojos, cejas y cabello (anche ciertas otra zonas no menos importantes), íntimamente engarzados todos en la aventura de vivir y que cosas tan definitivas como la empatía o la confianza mutua nos vienen preconfiguradas por ese cóctel hormonal o eléctrico que la máquina tiene programado. De ahí a concluir convenciéndome que soy un holograma hay un breve paso. Gerardo: es una suerte que conozcas de sistemas informáticos, ya veo que terminamos formando parte del mismo circuito computarizado.
MIR
Curiosamente y siendo el escéptico del blog, creo que somos algo más que neuropéptidos y hormonas. Nuevamente pienso que entra en juego el azar y la complejidad. Hay amplios y detallados estudios que ligan a la testosterona con la violencia, y sin embargo no todas las personas con testosterona elevada son criminales. Los hay deportistas, filósofos, ingenieros y gente pacífica.
No creo que seamos un holograma. Los hologramas son demasiado simples para definir humanidad.
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Gerardo
Muy bien
Explícame cómo entran en juego el azar y la complejidad para que seamos más que lo que en realidad somos desde un punto estrictamente científico
Tú lo dijiste: eres el escéptico
Explícame cómo entran en juego el azar y la complejidad para que seamos más que lo que en realidad somos desde un punto estrictamente científico
Tú lo dijiste: eres el escéptico
Mir
Se me ocurre primero que nada la entropía y una clase en la Facultad de Química en la cual el viejo maestro nos dijo "No hay ninguna ley física que impida que todo el aire de esta aula se concentre en ese rincón y muramos de asfixia".
Podemos hablar entonces de la influencia de neuropéptidos y de hormonas, pero si multiplicamos las posibles locaciones para una molécula neuropéptida en un instante dado por todas las terminales dendríticas existentes en una persona dada, la influencia no puede ser determinística, un poco de la misma manera que hay personas alérgicas hasta la muerte a los mariscos y otros que los disfrutamos hasta conocer el pecado de la gula de primera mano.
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Las fobias sociales dependen de una hormona
La oxitocina inhibe los sentimientos de ansiedad que se producen al contacto con otras personas
Científicos suecos e ingleses han descubierto que las fobias sociales dependen de una hormona llamada oxitocina, que segrega nuestro organismo en ciertas situaciones y que propicia la calma. Aunque ya se sabía que la oxitocina juega un papel clave en los animales porque promueve la interacción social en la época de celo, gracias a la tecnología de exploración por resonancia magnética funcional se ha comprobado ahora que cuando se aplica a personas, esta hormona inhibe el rechazo social y facilita la comunicación humana. Este descubrimiento podría ayudar a crear nuevos tratamientos para determinados problemas psiquiátricos que surgen en las relaciones entre personas. Por Yaiza Martínez.
Científicos suecos y británicos han demostrado, mediante imágenes tomadas con la técnica de exploración de resonancia magnética funcional (fMRI), que la hormona oxitocina puede inhibir los sentimientos de ansiedad que se producen en algunos individuos al entrar en contacto con otras personas. Los resultados de una investigación llevada a cabo por el Karolinska Institutet de Suecia, en colaboración con el Welcome Trust Functional Imaging Laboratory de Londres, podrían mejorar los tratamientos para determinadas afecciones psiquiátricas, como la llamada fobia social, informa dicho instituto en un comunicado. La fobia social o ansiedad social es un trastorno psicológico que provoca en las personas que lo padecen el miedo a ciertas situaciones sociales, como los encuentros inesperados con conocidos, familiares o amigos; o las reuniones sociales de cualquier tipo.
Oxitocina y emociones
Estas situaciones y otra serie de sucesos hacen que la persona que padece este trastorno se sienta insegura, acechada e incómoda, con sensaciones intensas y desagradables acerca de lo que pueden estar hablando de ella, por ejemplo. La ansiedad social se suele desarrollar en la juventud, después de la adolescencia y su aparición es mucho más común de lo que se piensa popularmente. De ahí la importancia del hallazgo de estos científicos. Por otro lado, tal y como explican los investigadores en la revista especializada The Journal of Neuroscience, se sabe que la oxitocina promueve el comportamiento pro-social. Este neuropéptido (o cadena de dos o más aminoácidos o monómeros de proteínas) es segregado por nuestro organismo en situaciones como el parto o la lactancia, y produce un efecto analgésico o de calma. Estudios llevados a cabo con animales han demostrado asimismo que la oxitocina promueve la interacción social, por ejemplo, durante la época del cortejo. En los humanos, se conocía que esta hormona tiene una influencia directa en la amígdala, que es una región del cerebro clave en las interacciones sociales y en la identificación de amenazas emocionales inmediatas. Como parte del sistema límbico, la amígdala se encarga del procesamiento y del almacenamiento de reacciones emocionales. Condicionamiento superado Para probar si la oxitocina influía en las evaluaciones afectivas, los científicos mostraron a una serie de participantes imágenes de cuatro rostros distintos. Al mostrar dos de estas imágenes, provocaron además en los voluntarios un pequeño shock eléctrico inofensivo pero incómodo. Los investigadores utilizaron por tanto un procedimento de condicionamiento estándar para inducir evaluaciones afectivas diferenciales negativas ante dos de los cuatro rostros mostrados. Como era de esperar, los científicos descubrieron que las caras asociadas al schok eléctrico fueron consideradas por los participantes más desagradables que las otras dos. En una segunda fase de la prueba, a la mitad de los voluntarios se les administró oxitocina con un spray, mientras que a la otra mitad se les administró un placebo. Posteriormente, los investigadores pudieron comprobar que a los individuos del grupo a los que se les había administrado la oxitocina los rostros que antes les parecían desagradables (los vinculados con el shock eléctrico) ya no les parecieron desagradables, mientras que el resto de los participantes (los que habían recibido el placebo) siguieron pensando lo mismo de dichas caras. Según explicó Predrag Petrovic, del Departamento de Neurociencia Clínica del Instituto Karolinska, “cuando mostramos de nuevo al grupo que había recibido la oxitocina, las dos caras que antes habían asociado con el shock eléctrico, no las encontraron desagradables, al contrario que los participantes que habían recibido el placebo, que siguieron viéndolas desagradables”. Tratamientos alternativos El escáner de fMRI (que mide la respuesta hemodinámica relacionada con la actividad neuronal del cerebro) reveló asimismo que la ansiedad inducida por los shocks para dos de las caras mostradas produjo una mayor actividad en dos áreas cerebrales: la amígdala antes mencionada, y el área fusiforme del rostro (o FFA), que es la parte del cerebro que procesa la información visual de rostros desagradables o amenazantes. Estos niveles de actividad neuronal disminuyeron en los individuos que habían recibido el spray de oxitocina, mientras se mantenían en los que habían recibido el placebo, señalaron los científicos. Según Petrovic, esta constatación sugiere que la oxitocina puede reducir la ansiedad e incrementar las oportunidades de contacto social para aquellas personas con ciertos tipos de desórdenes psiquiátricos. Los datos, escriben los investigadores, sugieren en definitiva que la oxitocina modula la expresión de condicionantes valorativos para rostros socialmente relevantes, influyendo en la amígdala y en la FFA. La medición de este efecto pro-social a nivel cerebral explicaría la importancia de esta hormona en nuestras relaciones y abriría nuevas puertas a tratamientos alternativos para ciertos trastornos.
2 comentarios:
Esta noticia me lleva a centrarme cada día más en la idea que vengo forjando desde hace un tiempo, desde David Bohm más precisamente, que somos un conjunto de neuropéptidos, neurotransmisores, glándulas secretoras, hormonas y demás bellamente envueltos en una piel con boca, nariz, orejas, ojos, cejas y cabello (anche ciertas otra zonas no menos importantes), íntimamente engarzados todos en la aventura de vivir y que cosas tan definitivas como la empatía o la confianza mutua nos vienen preconfiguradas por ese cóctel hormonal o eléctrico que la máquina tiene programado. De ahí a concluir convenciéndome que soy un holograma hay un breve paso. Gerardo: es una suerte que conozcas de sistemas informáticos, ya veo que terminamos formando parte del mismo circuito computarizado.
MIR
Hola Mirta... aunque esta noticia no deja de ser ciertamente reveladora, no hay que olvidar que desde que se desarrollan las ideas acerca de la existencia de la "INTELIGENCIA EMOCIONAL" y reconfirmado por los estudios sobre los neuropeptidos, tambien se maneja la idea de que somos nosotros con nuestros pensamientos, sentimientos y actitudes repetitivas los que vamos tambien lentamente minando la capacidad de nuestro cuerpo de generar los neuropeptidos de la felicidad o el bienestar en el ambito que sea. Puede que vengamos con un coctel programado acerca de "la empatía y la confianza mutua",eso no puedo asegurarlo con certeza. Lo que si puedo asegurar es que existe en nosotros la posibilidad de entrenar nuestra mente y nuestras emociones en hacer crecer esas cualidades y que eso hara que nuestro cuerpo fabrique los neuropeptidos adecuados. Pensamientos felices crean una bioquimica feliz.Nada dice el estudios acerca de cuales son las causas por las que la "oxitocina" no se encuentra en esas personas. Nuestros pensamientos afectan a nuestra biologia. La pelicula "What the "bleep" do we know?" (conocida como "que rayos sabemos?" o "y tu que sabes?") tiene toda una catedra maestra acerca de lo que son las adicciones emocionales y como influyen en nuestra biologia. Somos seres tan especiales que podemos ELEGIR que tipo de significados otorgamos a los aconteciemientos y desde ese significado procesamos la vida.
En cuanto a ese paso que te falta para convencerte de que eres un holograma... jo, chica, es que ese es el GRAN PASO. Yo estoy convencido, pero solo en la cabeza, me falta bajarlo a corazon para empezar a vivir como lo que se que somos un HOLOGRAMA. Ese paso es la ILUMINACION...bueno, asi lo veo yo.
Y para que te vuelvas un poco loca:no digas que es una suerte lo de Gerardo, porque si eres un holograma, Gerardo eres tu, y todos somos todos, como dicen algunas corrientes budistas "esto es asi porque yo soy asi, yo soy asi porque esto es asi"... sin Gerardo,no serias tu. Los taoistas lo dicen de otra manera :"en un atomo del universo esta todo el universo"... asi que si yo estoy aqui es porque tu estas, somos un holograma. Por eso, por fa, ten pensamientos felices, que dependemos de ti. Tengamos pensamientos felices porque todos somos responsables de todos.
Hace mucho que no entraba a vuestro blog... es una gozada, es realmente estimulante, me lo paso muy bien. Gracias por estar ahi, aunque si somos un holograma, no se por qué las doy...jejeje
TAICHIMAN
Más que un comentario, una intriga:
Asumiendo que hormonas y conductas están vinculados ¿Es estrictamente necesario que se considere a las primeras como factor causal? ¿O eso depende más bien de un modo posible de interpretar esos datos? ¿Es otra interpretación posible que las conductas determinen nuestra producción de hormonas? Y aún: ¿Podríamos interpretar los mismos datos como una correlación positiva en la cual, sin embargo, no puede determinarse una necesaria relación causal?
Ya que hablamos de Complejidad... podríamos empezar por abandonar suavemente las interpretaciones unilineales, supongo.
Gabriel Amos Bellos
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