lunes, 27 de octubre de 2014

Dos alfas, para siempre. Por MIR.



No es habitual saberse de alguien aún a la distancia y a socaire del tiempo.

No, no es habitual.


Hay que encontrar la horma justa, la otra mitad aleatoria, la que se sabe desde el olor y la nostalgia.


La que se siente aunque no sea tocable o visible o audible.


Es extraño ese encuentro de dos que parecen conocerse desde toda la vida y, lo que es más llamativo aún, desde todas las vidas, desde y hasta lo sempiterno.


Una no puede ya pertenecer a nadie más.

El tampoco.

Sólo resta esperar que el mundo ruede y nos reencontremos.





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