Este haberte
inmortalizado en mis letras, con forma de poema, con forma de prosa.
Esta manera de atraparte, congelarte, dejarte para
siempre en todo escrito mío que te tuvo
por sujeto-objeto-causa-fuente-razón-origen.
Mauricio, hijo de Agres.
Yaces ahí, de frente o de perfil, de cúbito dorsal,
espíritu encerrado en la materia de tu bello cuerpo, tan maltratado por ti de
tanto esforzarte en el cumplimiento de tus metas. Tan cuidado por mí desde la magia del unicornio.
Has quedado estampado en
los pergaminos donde vuelco mi alma poética, como inspiración excelsa, como
muso único y sempiterno.
Allí estás para mí por toda
la eternidad.
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