lunes, 10 de septiembre de 2012

Amas con misericordia. Deseas con virulencia. Autora: Mir Rodriguez Corderí







¿Quién hubiera dicho que estaba a centímetros de mis lúnulas la ternura-ola-envolvente de tus yemas?.

¿ Y que habrías de cubrir con tus hoyuelos  y con  el aletear de  pájaros que devienen del sonido de tu risa este gran vacío que dejó una espalda ausente?.

Este vacío.
Vacío de vaciedad.
Vacuo de vacuidad.
Donde hace pocos días atrás resonaron las últimas palabras que recuerdo haberle dicho al que ya no está:
- Amas con misericordia.  Deseas con virulencia –

Mis últimas palabras alegremente aceptadas antes de las posteriores que fueron tristemente rechazadas.  
Lamentable confusión que conduce inexorablemente a los adioses sin reversa.  Inexplicables.
Me fascina tu firmeza en esta impronta.
Combates su sombra –aún vacilando entre estas paredes ruinosas del espacio antes habitado- con una dulzura innata que nunca dejas de tejer a tu alrededor. 

Lo tuyo es tan puntual, tan aquí y ahora, que me parece imposible no haberme percatado antes de esa malla invisible con que me abrigas y proteges ni bien dices hola-cómo-estás.

Y sonríes. ¡Cómo sonríes! Mostrando sin pudor todos esos dientes con un uso menor al de aquéllos que habían mordido tanto y que ya escaseaban o dolían hasta la preocupación.



Lo pienso. ¿A qué mentirte?.  
Pero tu obstinada presencia me facilita huecos y más huecos en la memoria, en los que desparramas tu virilidad pujante, tus ganas de amarme sin reservas que ahora desbordan la oquedad y se me muestran sin turbación alguna, sin recato.  ¿Cómo no sentirte?.

Emerges de esa soledad a la que te condené sin saberlo, sin notarlo, de muy ocupada en habitar esa otra humanidad que hasta me mantenía ciega de tanto pegarme sus imágenes en los ojos.
…vas y vienes pendularmente, como no animándote a aceptar que ahora sólo soy yo y mi propia sustancialidad.

Quedas suspenso por un momento, cobijando un gesto de duda bajo tu nariz,  temblando casi en tus comisuras…y es cuando sonríes con tanta plenitud que hasta a mí me sabe increíble no habernos descubierto antes, aún con la presencia inconmovible del ahora ausente.

Me quedo mirándote fijamente y siento que debo pedirte perdón por tanta dejadez de mi parte, por tanta imbecilidad ubérrima.

Es que fueron muchos años, ¿sabes?.
Demasiado ritual de adoración.
Demasiadas ceremonias de luto y renacimiento.

Sé - desde esta fría consciencia que me ha invadido hace dos días, cuando los ojos se te inundaron sin querer, sin poder evitarlo -  que todo ha sido mi propia y exclusiva voluntad de amarrarme a ese muelle sin destino y borrar de mi mente la palabra desamarre.

Es absolutamente pecaminoso pensar que yo misma me inoculé el antídoto contra su indiferencia, su promiscuidad y su cinismo.
Pero es más abominable aún caer en la cuenta que me inmunicé ante sus fugas, sus clásicas y repetidas huídas sin aviso.

¡Tantas centurias de niebla y oscuridad para unos escasos días de sol y luz!. 
Ya ves, no valía la pena.  La realidad dictamina con crudeza, sin vacunas previas ni anestesias deliberadas.

Mientras tanto tú sonríes.
¡Y cómo!.


Habré de estrenar galas de suavidad inusual y entrenar mi piel para la tuya, tan joven, tan tersa, tan debutante.

Debo borrar huellas que me saben a inalterables.
Aunque más no sea intentaré no verlas, que es lo mismo que hacerlas desaparecer.

Porque si con mi sola voluntad edifiqué esa fortaleza, ¿quién puede negar que yo no pueda construir una nueva si acaso destruir aquélla se convirtiera en una utopía?.

Tú no dejes de sonreír
Ya que presumo que ahí se encuentra el milagro.

MIR

11 comentarios:

Jeniffer Moore dijo...

Un texto plagado de imágenes descriptivas de esa compleja interioridad que subyuga a la protagonista. Excelente narrativa, plena de sensibilidad y profundo contenido. Ha sido un placer leerte, amiga y siempre espero tus relatos. Un cordial abrazo desde Miami.

Jeniffer Moore

José Luis Giménez dijo...

¡Exultante Mirta!
Hasta para los auto reproches cognitivos sabes usar el léxico adecuado, cuidado, reflexivo y ¡cómo no! ubérrimo en los calificativos y cualidades.
¡Enhorabuena por tu regreso a las letras! Sin tu prosa, los acentos aparecían huérfanos de madre.
Recibe un cariñoso ósculo.
José Luis Giménez
www.jlgimenez.es

Michaelangelo Barnez dijo...

Dear Mirta... Te diré en palabras muy simples... Me gustó.
Creo que lograste un buen soliloquio, el mejor que haya leído últimamente.
Saludos

José M Lozano dijo...

Siempre, Mir, aprecio grandemente cualquier uso correcto que se haga en lengua escrita de nuestra amada lengua común, el español..es tan poco frecuente, es una gran cruzada a la que nos presentamos muy pocos cruzados.
Pero tú lo usas tan correcta y literariamente, qué placer desconocido.
Y cómo no prenderse de esa batalla interna que casi parece autobiográfica...lo es, ¿verdad?.
Quizá esconda esa batalla tan escorpiniana, con la hidra de las 9 cabezas..una de ella inmortal y como tal, inconsolable.
Sé que necesitas de la adulación y el ánimo, pero en tu caso esa es una vía de estímulo que sabrás utilizar adecuadamente.
Mis felicitaciones por este escrito tuyo; es el primero que leo de una lista que espero ver superarse.
Un abrazo.

Ricardo Traverso dijo...

Querida Mir, nada que agregar que los demás no hayan dicho con mayor propiedad de la que yo podría describir. Tu escrito es magnífico. Tienes que seguir escribiendo, es tu oficio y veo que allí encuentras el lagar donde tu alma y mente inquieta, encuentran el remanso de las horas y los días que todo escritor necesita para expresarse. ¡Felicitaciones!

Alfredo Cernuda dijo...

Tú no dejes de sonreír. Seguro que ahí está el milagro, Mirta. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Mirta:

Me ha gustado mucho tu relato. Sinceramente, muy bien escrito. Intenso, profundo y con mucho ritmo.

Enhorabuena...

Anónimo dijo...

"Amas con misericordia. Deseas con virulencia". Me quedo con esa frase. @Verbum_

Ángel Saiz Mora dijo...

Enhorabuena, Mir, con ese broche de oro en forma de sonrisa.
No dejes de regalarnos joyas como ésta.
Un abrazo

MIRTA CRISTINA RODRIGUEZ CORDERI dijo...

Un comentario digno de ti, Arturo.
Poco y bueno.
Mir

MIRTA CRISTINA RODRIGUEZ CORDERI dijo...

Angel, gracias por lo de broche de oro
Besotes.
Mir