EL PROCESO DE INICIACIÓN OCULTA
Por Pedro A.
Quiñones
Y con esta consideración, vamos a
abordar la aproximación a la imagen de Lucifer. En el caso de las Entidades
Luciféricas, se trata de una moral de
naturaleza Cósmica, que se trasluce mucho en las enseñanzas de Francisco de
Asís, ya que éste fue discípulo directo del Budha durante varias encarnaciones,
y la moral de Budha es exactamente una moral Cósmica. Es la sabiduría que
explica la forma idónea de mantenerse de acuerdo con el Cosmos. La finalidad de
esa Sabiduría radica en la obtención de la liberación del proceso de
encarnaciones, (la 'Rueda de nacimientos y muertes' de Shamsara) lo cual, como nosotros los esoteristas Cristianos
sabemos, es, cuando menos, un objetivo confuso.
El Cristo no hizo el Cosmos para que el hombre aprendiese a mantenerse en armonía
con él y obtuviese la liberación del ciclo de encarnaciones. Hizo el cosmos para que pudiese existir el ciclo de encarnaciones. E
hizo el ciclo de encarnaciones para que el hombre adquiriese una
individualidad. Y, como resultado de esa
individualidad, y para que aprendiese a utilizarla adecuadamente, creó las
dificultades y las situaciones complejas, para establecer condiciones en las
cuales las individualidades pudiesen desarrollar dos cualidades que, esas sí,
son las más esenciales en el camino Cristiano: la Empatia y la Solidaridad, que en la
terminología de San Pablo se resumen en la palabra 'caritas', cuidado amoroso del prójimo, amor.
La diferencia entre el amor al
prójimo en un Pablo y en un San Francisco, al menos como yo lo percibo, es
extremadamente sutil, y que tal vez no todos puedan apreciar. Me imagino que no
va a gustar, sobre todo a los muchos partidarios del 'pobrecillo de Asís', que
debo anticipar que a mí nunca ha terminado de caerme simpático. Cuando, en mi
infancia y adolescencia, leía, reiteradas veces, las famosas 'Florecillas de San Francisco', debo de confesar que lo hacía con
una mezcla de fascinación y horror. Sí, en la imagen que allí se trasmitía de
San Francisco, en su psique, percibía algo así como la actitud de los yoguis
hindúes que se mortifican de maneras inhumanas, para conseguir desvincularse
del cuerpo físico. Había algo anti-natural, disimulado bajo una aparente capa
de amor a todo lo que le rodeaba.
Quien de verdad, espontáneamente, ama
a la naturaleza, ama a la vida; y quien ama a la vida, se ama a si mismo, no se
odia. Generalmente, en los místicos nos encontramos con esta confusión: se confunden a sí mismos con el doble, con su parte obscura, y, por
tanto, no pueden amarse a sí mismos. Una de las muy pocas verdades de la
Psicología Moderna que se halla a la misma altura de los preceptos evangélicos,
por simple necesidad lógica, es la que enuncia que quien no se ama a sí mismo
no puede amar a nada ni a nadie.
Para no incitar a confusiones a las
personas no especializadas en estos ámbitos: Este amor a sí mismo implica,
básicamente, instinto de sana conservación, y un auto-cuidado para mantenerse
en adecuadas relaciones con el entorno. Claro, para amarse adecuadamente a sí
mismo, uno debe saberse diferenciar del doble, pero es que si uno no ha
conseguido diferenciarse a sí mismo del propio doble, ¿cómo puede esperarse que
sepa hacerlo con las demás personas, que tienen, por fuerza, que resultarle más
extrañas y ajenas? Y, ¿si no sabe diferenciar a los demás de sus dobles, cómo
conseguirá amarlos?
Los ascetas - y la mayor parte de los
místicos tienen algo de ascetas en su psique -incorporan un impulso sádico, dirigido
contra su cuerpo y varios elementos de su alma, que entrevén como su doble. En
la búsqueda del martirio, en la autotortura, pretenderían dañar y someter al
doble; estrategia absolutamente absurda, porque con medidas antinaturales
únicamente se fomenta aquello que se pretende combatir. Con recursos sádicos,
de tal naturaleza, fortalecían los impulsos masoquistas Asúricos, fuertemente
vinculados a una sexualidad desviada. No es en vano que tales estrategias hayan
sido, desde siempre, utilizadas en la línea contra-lniciática de la Magia Negra.
El Verbo Creador no nos dio un cuerpo para que nosotros lo cortásemos, o lo perforásemos
y lo hiciésemos sangrar. Nuestro cuerpo es un ente biológico, como un animal
doméstico, como una mascota, pero mucho más próximo y necesario. Nadie
consideraría santo a quien se dedicase a rebanar en rodajas a su perro o a su
gato, pero sí se considera una acción santa cuando eso se lo hace uno a su
propio cuerpo. A mi, personalmente, tales cosas siempre me han parecido aberraciones,
y mis estudios y mi contacto con profesionales en la Psicología únicamente me
ha reforzado en esa sensación espontánea de mi psique.
Con esta larga digresión vengo a
incidir en que en la psique de un San Francisco, al menos como llega hasta
nosotros reflejada por los documentos, parecería hallarse presente algo de todo
esto. Existe una monomanía continua con la necesidad de mortificación, es
decir, de auto-tortura, aunque se halle en gran medida desplazada hasta lo
psíquico. Aquí incidimos plenamente en el enfoque del Budha.
Budha niega el ascetismo como método
válido y actual de progreso espiritual, pero, acto seguido, traspasa el
ascetismo al nivel psíquico. La privación de todo lo que el cuerpo astral
solicita para su adecuado mantenimiento, es un método, probablemente muy eficaz
a largo plazo, para matar el cuerpo astral, y, por consiguiente, para
desapegarlo del mundo de la manifestación. De esa forma, y tras varias
encarnaciones, se rompen las skandhas y se
interrumpe el impulso hacia la encarnación. Pero, ¡señores! ¡Ese no es el
camino Cristiano! ¡No es nuestro camino! Nosotros tenemos que encarnar, una y
otra vez, hasta que hayamos terminado nuestro trabajo. No tenemos que romper skandhas, tenemos que asegurarnos de mantenerlas en las
mejores condiciones de operatividad. Necesitamos las skandhascomo el buzo necesita los plomos, para mantenerse
sumergido. Únicamente podemos prescindir de las skandhas cuando nos
vamos de vacaciones, entre una encarnación y otra, pero, terminado el período
de descanso, comienza una nueva temporada de duro trabajo.
Steiner toca
directamente este problema en un ciclo de conferencias titulado "La Acción
de Cristo en la Vida Social" (Cuatro conferencias pronunciadas en Dornach
y Londres los días 26 y 27 de Noviembre de 1916 y 17 y 18 de Noviembre de
1922). Ediciones Pau de Damasc. Barcelona. 1993. Pg. 33 y sgs. Allí describe el
papel de Jehová al implantar, en la naturaleza inferior del hombre, una
'atracción' hacia lo terreno, que le impedía escapar al cosmos siguiendo los
estímulos de Lucifer. Esa fuerza es la misma que se expresa externamente como
fuerza de atracción planetaria, que mantiene a la Luna girando en su entorno
sin poder llegar a escapar nunca de su órbita. Jehová, siguiendo los dictados
de Cristo, genera skhandas. Budha, por
ser una individualidad altamente ética, podríamos decir tal vez, demasiado
ética, como es el caso de Lucifer, enseña al hombre a destruir los skhandas,
para escapar del mundo material.
Como señala Steiner en el ciclo de
referencia, el hombre se hace perteneciente de la Tierra únicamente cuando
acoge a todos los demás hombres en su interior, y, viceversa, no podría
alcanzar nunca tal estado de conciencia, si no fuese por las posibilidades que
le suministra el mundo material:
"...lo
importante era situar el antagonismo a Lucifer en la naturaleza inferior del
hombre, mientras el hombre no desarrollara su yo en la forma en que lo hizo en
-torno a la época del Misterio del Gólgota. No suele valorarse en todo su
alcance el hecho de que el yo se hallaba muy amortiguado en épocas antiguas. En
realidad el yo comenzó a sobresalir en los siglos cercanos al Misterio del
Gólgota. Y en ese momento ya no bastaba con Introducir en la naturaleza
inconsciente, subconsciente, aquello que se contrapone a Lucifer. Algo nuevo
había de agregarse, algo que el hombre fuera capaz de acoger en su conciencia.
Cristo, que constituye la evolución ulterior del Dios Jahveh. Cristo tenía que
venir para que desde entonces, en forma consciente, por su adhesión a Cristo,
el hombre se contrapusiera a la mera espiritualización que pretendía promover
Lucifer. Porque Cristo descendió para todos los hombres, pero únicamente
pertenecemos a la Tierra si sentimos nuestro nexo con todos los hombres; solo
entonces pertenecemos realmente a la Tierra. En nuestro nexo con los hombres y
en lo que aportamos para esa relación, para esa plena y total vinculación,
comprendemos íntimamente a Cristo."
Nosotros no podemos incurrir en el
error medieval de confundir al hombre con su doble, ni al mundo con el infierno. Eso es una pésima asimilación del Dualismo Maniqueo. En
términos populares: 'Tomar el rábano por
las hojas' o 'confundir el tocino
con la velocidad'. La realidad es que 'dentro' del hombre se halla su doble, y'dentro' del planeta
se halla, al menos una parte, una entrada al infierno. Pero como todo terapeuta
sabe, la curación únicamente puede
realizarse a partir de y haciendo hincapié en la parte sana, no en la enferma.
Y, si desconocemos o ignoramos la existencia de la parte sana, si la
confundimos con la enferma, no existe esperanza de curación. Y, si por combatir
lo enfermo, agredimos a lo sano, como hace la Ascética, entonces estamos
incurriendo directamente en el suicidio, y losAsuras guían firmemente nuestra mano.
El verdadero Maniqueísmo, en el
extremo, es la máxima Alquimia Espiritual, que hasta ahora es básicamente
patrimonio del Cristo. Él es Quien expondrá la forma de convertir el Mal en
Bien. Pero, con considerable probabilidad, el camino no pasará por agredir y
dañar las partes sanas, en base a la justificación de que envuelven a las
enfermas y que, por tanto, algo de la condición de maldad deben de compartir,
aunque solo sea por proximidad...
En la figura de Cristo, tal como nos
la reflejan los Evangelios o los Apócrifos, no se trasluce para nada esa figura
inquisitorial y censuradora, sino más bien todo lo contrario. Raramente censuró
comportamientos, exceptuando aquellos que conculcaban los valores esenciales,
tales como lo que es espiritual o lo que concierne a la pureza de los niños;
pero nunca culpabilizó a los pecadores, sino más al contrario, intentó exculpar
y relativizar los comportamientos habitual o convencionalmente condenados por
la sociedad.
La moral del Cristo es la moral del
hombre, es decir, la moral puesta al servicio del ideal humano, no el hombre al
servicio de la moral. En otros términos, la Imaginación o Fantasía Moral, de la que habla Steiner. Cristo es el YO, y, como tal,
supera la LEY, que es el sustituto externo del YO. Mientras el hombre no es
sujeto, ha de conducirse de acuerdo a la LEY, pero cuando es sujeto, no existe
LEY externa, sino la conducción interna del verdadero YO, del Verbo Creador,
que es Imaginación Creadora, imposible de sujetar a leyes estructuradas.
Con Cristo, con el YO, la moral se convierte en una sensibilidad incorporada en el alma, que
nos informa, instantáneamente, de lo que concuerda o no concuerda con una
situación determinada.
En todas estas consideraciones,
podemos comenzar a entrever las diferencias entre la actitud Paulina y la de
Francisco. Pablo opera con el YO en su interioridad. Francisco 'actúa' para el
YO, tal como él lo percibe o entiende. No ha podido acogerlo todavía en su
interior. Por lo tanto, 'actúa', 'representa' para Él. Hay mucho de dramatización,
de teatralización, en los comportamientos místicos, que imaginan formas mil de
'seducir' al Cristo, a Quien ellos consideran como su amante, lo que no sería
una imagen del todo desafortunada de no estar excesivamente cargada de
contenidos sexuales inconscientes, frutos inseparables de la represión, tema
que ya hemos considerado en epígrafes anteriores de este ensayo.
En los propios textos atribuidos a
Francisco, una y otra vez explícita con toda claridad que todo lo hace para
mortificarse, para dañarse a sí mismo, no como un fin, sino como un medio. Si
besa una llaga de un leproso, lo hace para sufrir. Esa no es una aproximación
sana. Un ser impregnado realmente del Anima Cándida lo haría por
amor, como un don, y, al mismo tiempo, disfrutaría, porque dar amor es
disfrutar, es gozar, como en un auténtico orgasmo espiritual. Pero el místico
prefiere sufrir, porque tiene miedo del amor, como de toda expansión natural.
De hecho,está aprisionado en una coraza neurótica extremadamente rígida, en la
que cualquier movimiento de energía biológica es erróneamente percibido como
diabólico.
Pablo, como toda persona sana, ya
dejaba que fuese la vida la que le castigase cuando fuese necesario, un hecho
del cual podemos tener la más absoluta certeza. Las Entidades de la Adversidad no precisan
de la ayuda externa de espontáneos, se bastan y se sobran a sí mismas.
Como no pensaba en sí mismo más de lo
indispensable, en realidad se pasaba el tiempo ocupado en imaginar formas de
solucionar los problemas que le suscitaban los demás, sus discípulos y los que
no lo eran, y no le restaba demasiado para autocontemplarse el ombligo
espiritual y dilucidar si era suficientemente bello, problema básico de los
místicos y los ascetas, que, en el fondo, no están tan interesados en lo que
les ocurra a los demás como en sus propias e íntimas peculiaridades.
Para cerrar este punto, que es origen
de no pocas confusiones y actitudes erróneas en nuestro ambiente de cultivo
espiritual, yo diría que no soy capaz de imaginarme, por ejemplo, a una Teresa de Calcuta como
correspondiente al impulso de Francisco, y sí, por el contrario, la entiendo
más y mejor como Paulina. Alguien que no piensa en sí mismo más de lo necesario
para garantizar la adecuada funcionalidad como el instrumento que uno se considera,
y el resto de su libido lo coloca en
sus prójimos, a los que sirve con amor y con inseparable gozo anímico. No para
autovejarse y autodegradarse.
Para no pecar de subjetividad,
recalco una vez más que hago
referencia a una imagen de Francisco como la que ha quedado como poso cultural.
No sé, y tampoco me siento, al menos de momento, atraído por investigar si, en
realidad, la individualidad de Francisco correspondía exactamente a estas
coordenadas. Únicamente puedo opinar sobre lo que se ha exteriorizado o
derramado sobre la humanidad a partir de su trabajo, y ese contenido es, al
menos en mi apreciación, bastante confuso. Como yo no tengo, afortunadamente,
que juzgar el alma de Francisco ni la de nadie, tampoco tengo que esforzarme
sobrehumanamente para determinar qué es exactamente
lo que en realidad hizo. Me refiero a su imagen
histórica. El esfuerzo de indagación lo invertiré en las individualidades que
despierten mayor resonancia en mi interior.
Esta larga digresión sobre Francisco
tiene que ver con el peso considerable que esta figura tiene en nuestra
tradición religiosa, y con el hecho esotérico de su vinculación con el Budha,
con quien comparte actualmente función y destino en la Esfera Interna de Marte.
Y, a su vez, la individualidad del Budha, con el impulso y la moral de
Sabiduría Cósmica de Lucifer, punto sobre
el que hablaremos algo más todavía. Es necesario, de todas formas, recalcar que esas actitudes las desarrollaron esas individualidades cuando se
hallaban encarnadas dentro de un cuerpo físico, lo cual significa, en sí mismo,
un problema, porque la misma existencia del cerebro, pongamos por caso, es un
poderoso obstáculo para una adecuada percepción y expresión de lo espiritual en
el hombre. Por ejemplo, Steiner explica que, después de desencarnada, Blavatsky
no se mostraba muy conforme con algunas de las cosas que hizo cuando estaba
viva, dificultad que imagino bastante generalizada entre los pobres seres
humanos.
En cualquier caso, los místicos y la Iglesia Medieval en general, son una referencia idónea
de pésimas relaciones con el cuerpo físico del ser humano,es decir, un buen
ejemplo de ignorancia y de algo a ser cuidadosamente evitado en el correcto
camino espiritual, que, nunca se enfatizará lo suficiente, debe estar cargado
de sentido común. La adecuada aproximación a la naturaleza (y el cuerpo es
esencialmente naturaleza, biología) es la Goetheana: la observación atenta y
desprejuiciada, desprovista de apriorismos, ejercida con ojos de infante si
fuese posible. Lo biológico no es pecaminoso, no tiene categorías, ni sellos,
ni códigos de barras. Para el niño, ninguna función, ninguna parte del cuerpo
es 'pecado'.
Ese posicionamiento “virginal” sería esencial recuperarlo en la etapa actual del Alma Consciente, en la cual no tiene el menor valor
lo que el gerifalte político o religioso, o incluso el alma grupal o espíritu
tribal de cualquier comunidad o nación prehistórica hayan valorado como
conveniente a sus intereses, para crear una reglamentación de cualquier índole.
Lo que nos ayuda a seguir viviendo es
bueno, lo que lo dificulta es malo. (El dicho popular afirma: 'Lo que no mata, engorda'.) En extremo, estas serían las
referencias más amplias con las que contar. Lo que me ayuda a mí o a otro ser
humano a aguantar en este mundo (siendo como es, y no hace falta explicarlo
mucho, porque todos nos entendemos) es bueno, lo que le complica esa tarea,
ingrata de por sí, más de lo indispensable, no es bueno.
Lo que enfatiza el bien de los más,
sin perjudicar en exceso el bien de los menos (defecto del enfoque Ahrimánico, que siempre sacrifica a las minorías, exceptuando
-por supuesto - la minoría dirigente), eso es bueno. Lo que sacrifica el bien
de los demás, para que muy pocos queden beneficiados, no es bueno.
Un inteligente y
cuidadoso sentido de vigilancia, para que nadie quede, en ninguna parte ni
rincón del planeta, oprimido o perjudicado más allá de ciertos límites, mínimos
y razonables, será la consigna a seguir si queremos que el mundo y la humanidad
tengan futuro. Y eso habrá de incorporarse a la ética, tanto la personal como
la mundial. Pero es que se trata de una simple descripción de cómo opera la
realidad suprasensible, ya a un primario nivel etérico, sin necesidad de
ascender más arriba o más lejos.
Ya va siendo tiempo de que empecemos
a tolerar la satisfacción, el placer, como algo natural, de la misma forma que
lo hacen un animal o un niño y así aprenderemos a disfrutar con lo natural.
Vincular placer con naturaleza y establecer unas adecuadas relaciones con
esos dos conceptos y con esas dos realidades es una asignatura todavía
pendiente para la humanidad, como lo demostró Wilhelm Reich. Tenemos que
aprender a liberar a Dionisos de los Titanes, pero no le ayudaremos
crucificándolo mediante la tortura y la represión.
Tendríamos que rescatar el Dionisos
-encantado y convertido en Asúrico- y retrotraerlo a su entidad original de
Dionisos niño, inocente, plenamente bañado por las energías del Anima Cándida. Ese sería un camino señalado para
la supervivencia física del género humano, ya seriamente amenazada, y, por
supuesto, esencial para el adecuado mantenimiento del equilibrio psíquico.
La recuperación del niño interno, de
la capacidad de asombro, de la creatividad y del gozo del juego, son pasos
ineludibles para la re-generación de la humanidad acosada por las huestes de Soradt.
En todo ello vemos, nítidamente, la
distinción entre la moral del Budha y lo que puede ser la moral Cristiana,
todavía por inventar. El Budha propuso el corte radical con la naturaleza, ¡ni
siquiera las impresiones sensoriales debían ser registradas como gratificantes,
porque entonces se crearía dependencia! Nosotros
basamos toda nuestra concepción de la realidad en la dependencia de todo para
con todo, por tanto, entendemos bastante bien el consejo de Steiner de abrir
los sentidos y la percepción, porque entonces nos acercamos a la constatación
de que el cosmos es viviente, y de que participamos en él como él participa en
nosotros. Él depende de nosotros, y nosotros dependemos de él, y todos dependemos
unos de otros, porque todos somos parte de un mismo Ser.
Nosotros no pretendemos huir de la
rueda de Shamsara, entre otras
cosas porque sabemos que no se puede. Es más inteligente y razonable dirigir
nuestros esfuerzos a conseguir que nuestro paso por tal rueda sea de beneficio
para nosotros y para la humanidad, siendo ambas cosas una y la misma. Ahí
radica la diferencia entre Francisco y San Pablo, o entre Budha y Cristo.
Personalmente comprendo al 100% las
razones que pueden existir para no estar de acuerdo con la realidad física
material. Tan sensibilizado estoy en ese tema, que creo que tal vez a mí se me
ocurran todavía más motivos de reproche que a los Budhistas, sin embargo, no
entiendo la solución que consiste en fugarse y dejar a todos los demás 'en medio del pastel'.
Uno de mis condicionantes anímicos es
la necesidad de encontrar una explicación razonable a las cosas, especialmente
si esas cosas son problemáticas y molestas. El Budha define - y con mucho
acierto - la realidad física (que para él es Maya) es dolor.
De acuerdo, pero, ¿por qué? ¿Porque sí? ¿Porque ambas cosas son
consustanciales? Son respuestas que no explican nada. ¿Por capricho de los
Dioses? ¿Es Dios un sádico con sus criaturas? Los planteamientos del Budha no
responden nada, no explican nada. Únicamente el dualismo pone el dedo en la
llaga: El Mal disfruta y se alimenta
del sufrimiento humano. Eso es una respuesta. Poco estética. Muy poco
presentable política y socialmente, según los cánones presentes, pero es una
respuesta. Algunos investigadores, por cierto escasamente conocedores de la
dimensión esotérica de a realidad, están llegando por sí mismos a esta
conclusión, hoy día ineludible.
Por lo tanto, dada la diferencia de
cosmovisiones de referencia, un Budhista, en su línea de razonamiento, rompería
todos sus lazos con el mundo. Nosotros debemos cuidar y seleccionar
escrupulosamente nuestros lazos con el mundo, al igual que lo hacemos con
nuestra pareja, porque estamos
matrimoniados con el mundo, como lo está Cristo. Es una relación difícil,
compleja, llena de problemas, pero ineludible. Por consiguiente, es absurdo que
rompamos nuestros lazos con nuestro cónyuge, ya que, como suele decirse hoy
día: estamos condenados a entendernos.
Lo única postura razonable
consistiría en estudiar cada uno de estos lazos, y procurar cultivar los
favorables y restringir al máximo los que no lo sean. ¿Que los lazos, los
vínculos, crean dependencia?, ¡claro! Es inevitable. El ser humano es
contingente, es limitado. Por definición. Necesita a todos los demás seres
humanos, y, por extensión, probablemente al resto de lo creado, que, al fin y a
la postre, es su círculo de responsabilidad kármica como globalidad.
Todos nos necesitamos a todos, y cada
uno necesita al Cosmos. Todo son dependencias. ¡Resulta tan fatua y poco
práctica la idea de la independencia!
Ese es otro de los conceptos confusos
en la enseñanza que hemos heredado del Budha. Por supuesto que la ausencia de
quien se ama produce dolor, pero si para luchar contra el dolor, para
erradicarlo de nuestras vidas (objetivo absolutamente encomiable, que
suscribiría al 100%) hay que matar el amor, hemos hecho un negocio redondo.
Sería algo así como desactivar nuestro sistema nervioso para impedir que nos
trasmita señales dolorosas. Eso, como otras veces hemos señalado, los ingleses
lo explican muy gráficamente como: 'tirar el
niño junto con el agua sucia'.
Personalmente desconfío de un amor
que no contenga absolutamente ningún rastro de dependencia. Si existiera, no
sería humano. Los humanos nos necesitamos,
entre otras cosas, porque nos amamos. O, a la inversa, nos amamos porque nos
necesitamos. El amor universal, la 'simpatheia
panton' de los griegos, es la atracción magnética de los opuestos o complementarios.
Nos necesitamos como el corazón
necesita al hígado, y éste a los ríñones, y así sucesivamente. Somos todos órganos en el cuerpo de Cristo. Y, por lo tanto, todos nos
necesitamos unos a otros, y todos a El, y Él a nosotros. Remarco esta última
parte de la frase, porque es una consideración que únicamente algún místico
(más reflexivo que extático) ha sabido hacer, y que Steiner resaltaba. Cristo
nos ama, y nos necesita. Estoy seguro de ello, pero, además, es un
convencimiento que me reconforta. Me gratifica mucho más, que pensar que nos
ama, pero que no le hacemos falta para nada.
Dependemos de la Tierra, dependemos
unos de otros. Somos, en extremo, total y absolutamente dependientes de todo
cuanto existe, porque tomar conciencia de ese hecho es el comienzo de la
auténtica experiencia budhica. La negación
de tal realidad no conduciría a ninguna parte. Más al contrario, la
intensificación de la conciencia de esa pertenencia universal, puede ayudar en
muchos momentos de desconcierto o desorientación, cuando la obscuridad nos
parece invadirlo todo.
Como explica Steiner, hasta el
momento de la encarnación de Cristo en el planeta, todas las energías
utilizadas en la Iniciación eran de naturaleza Luciférica, posteriormente
equilibrada por el Cristo en su encuentro personal con el iniciando. Así pues,
el proceso espiritual de la humanidad anterior al Cristo, incluyendo el
importante hito y realización del Budha, son hechos
netamente Luciféricos. Tanto es así que, tal como también advierte Steiner,
incluso los distintos Evangelios, cada uno de los cuales simboliza y resume un
camino iniciático, operan como Luciféricos si no se contraponen y complementan
unos con otros.
Para comprender la posición de
Lucifer, resulta altamente ilustrativo comprender la del Budha Gautama Sakyamuni, y la forma en que, tal como narra
su leyenda, su alma, que había sido mantenida ignorante de la existencia del
sufrimiento en el mundo, encerrado dentro de los muros de su palacio, de pronto
toma conciencia de la pobreza, de la enfermedad y de la muerte. Como he
señalado otras veces, a Budha le bastó con un solo ejemplo de cada, para quedar
abrumado por el sufrimiento humano. La mayor parte de nosotros, no conseguimos
la misma afectación, a pesar de ser testigos continuos de toda clase de aberraciones.
Esa es la diferencia entre uno de los más elevados Iniciados de la humanidad y
los demás hombres del montón, que nos resulta muy difícil y poco estimulante
interesarnos por lo que les sucede a los otros...
El Budha se hace una
composición de la realidad y elabora una serie de procedimientos anímicos,
idóneos para cortar los lazos con tal realidad. Es un comportamiento
congruente, en una individualidad pre-Cristiana, pero no presenta excesiva
utilidad para los iniciandos dentro del proceso Cristiano. Por supuesto, hay
muchas cosas que aprender del Noble Óctuple
Sendero, pero no con la óptica y finalidad para la cual elaboró estas técnicas
su creador. Es algo así como una reconversión o reciclaje de las técnicas, que
tiene bastante poco que ver con la forma y, sobre todo, los objetivos para los
cuales se utilizaban en sus comienzos.
Para comprender de una manera
adecuada la actitud de Lucifer,
resulta esencial establecer la identificación entre Lucifer y la Leyenda de Prometeo. Esta identificación se puede llevar a cabo,
además de por un razonamiento libre y sano, o una inspiración afortunada,
deduciendo a partir de lo expuesto por Steiner en el libro"La Leyenda del
Templo". (Rudolf Steiner Press. London. 1985. Capítulo 4. Charla impartida
en Berlín, el 7 de Octubre de 1904, y siguientes.) Allí se habla de las líneas
de Caín y Abel, de cómo la línea de Caín es inspirada por la Luz de Lucifer, y
de cómo Caín obedece en todo al impulso de Prometeo. Conociendo suficientemente
las características Luciféricas, no resulta difícil hacer esta identificación,
que ha resultado altamente inspiradora para aquellos Antropósofos interesados
en la vertiente Dualista o Maniquea del Conocimiento Oculto.
Por lo general, en el ambiente
Antroposófico manejamos unas ideas de Lucifer que no se
ajustan demasiado a la realidad, y que sería muy adecuado precisar para
poderlas convertir en operativas. En definitiva, el ocultista debe llegar a
actuar como un terapeuta o transformador de la realidad, sabiendo que esto
puede conseguirse, ya de entrada, cultivando una adecuada imagen o comprensión
de la misma.
Dado que la realidad es viviente y
consciente, es muy importante que dispongamos de unas imágenes lo más exactas y
actualizadas posibles, al objeto de que nuestra interrelación con los seres que
la integran sea fructífera y constructiva. Esto resulta particularmente
importante en el caso de Lucifer porque es la
primera de las Entidades suprasensibles con la que debemos ejercer nuestra
misión de re-generación. Es mucho lo que le debemos, y mucho lo que todavía
precisamos de su colaboración para nuestro trabajo futuro, y, por consiguiente,
es vital que consigamos entender su posición en nuestro cosmos.
El 'pecado', por así
decirlo, de Lucifer es uno muy peculiar. A diferencia del resto de las Jerarquías Creadoras
normales, anhela disfrutar de auto-conciencia, saborear el momento presente
desde un centro propio, gozar su propia perspectiva. Observar el mundo
con su propia mirada, y comprenderlo con su propia comprensión, y, al hacerlo, disfrutar de la satisfacción del acto de
comprender, que implica, al mismo tiempo, estar unido y estar separado, pero de
una forma fructífera, del resto de lo creado.
Ninguna de estas cosas se halla al
alcance de las Jerarquías Creadoras normales, que no poseen auto-conciencia,
cualidad exclusiva del ser humano. Los seres pertenecientes a las Jerarquías,
poseen dos estados de conciencia alternativos, de una manera, en cierto modo
semejante a la humana: el estado de sueño y el estado de vigilia. En el estado
de sueño son inconscientes y en el de vigilia son conscientes, hasta ahí, todo
es semejante. También hay más semejanzas, cuando proyectan su conciencia hacia
afuera, se produce el estado de vigilia; cuando la proyectan hacia su interior
y cortan el contacto con las'impresiones sensoriales' (o lo que en ellos y su estado cumple ese papel), entonces caen en el
estado de sueño o inconsciencia, es decir, se hallan en una condición
comparable a la del humano común, que no ha transitado el sendero del
conocimiento suprasensible ni adquirido el estado de conciencia dentro del
sueño.
Ahora vamos a considerar las
diferencias. El ser humano, cuando se despierta, se asoma al mundo externo, el
mundo físico que todos conocemos y compartimos en nuestra conciencia vigílica,
lo que nos une unos a otros humanos; ya que la conciencia de lo no físico, al
menos en sus primeras etapas, es, por el contrario, un sendero de
diferenciación en la individualidad.
En el Ángel, pongamos
por caso, las cosas son parcialmente diferentes. Cuando proyecta la conciencia
fuera de sí mismo, no disfruta de un centro propio, de un vértice referente de
su identidad, como ocurre con el humano, que, en cualquier caso, y aunque no
siempre lo haga con propiedad, interpreta la realidad que le circunda a partir
del centro que constituye su yo, o, cuando menos, el germen del mismo. Cuando
el Ángel se despierta,
lo hace en el seno de la conciencia y las vivencias anímicas de otro ser, de un
ser superior, de un Arcángel, el cual, a
su vez, se halla despierto en un ser superior, que es un Archai o Espíritu del Tiempo, y así
sucesivamente.
Para el Ángel, el Cosmos
exterior es la totalidad de las Jerarquías Creadoras, que él percibe y vivencia
desde su propia interioridad conjunta, como sí él fuese un componente anímico
de ellos (lo que en realidad es así). Podríamos entenderlo imaginando un
inmenso árbol cuyo tronco original es la Mente Divina (lo que los ingleses denominan Godhead) el Padre, de ese tronco comienzan por diferenciarse algunas ramas, que son
los Serafines, de ellos se
abren otras ramas, que son losQuerubines, de ellos
parten los Tronos, y así
sucesivamente hasta llegar a la más amplia ramificación que serían los Angeles (aunque, de hecho, habría que incluir
también los reinos de los Espíritus de los
Elementos, pero es mejor dejarlo a este nivel para facilitar la comprensión):
cada ramita, hasta la más ínfima, se experimenta a sí misma como una parte de
la totalidad del árbol, pero no es consciente de su diferenciación, no se
aprecia como autónoma, como algo distinto del resto. De hecho, lo único que
diferencia a los distintos rangos de seres suprasensibles es la amplitud y la
penetración de su conciencia.
Para un Ángel, por lo
tanto, el hecho de replegarse sobre sí mismo y no caer en un estado de
inconsciencia, constituye, al igual que para el humano, una Iniciación, un
salto cualitativo de conciencia, que le sitúa en una línea especial dentro de
las Jerarquías, que es la que puede comprender el propósito del Verbo Divino al crear al ser humano, porque ese
propósito no es otro que originar nuevos seres semejantes a Él Mismo, es decir,
dotados de autoconciencia en la Plenitud.
El 'pecado' de Lucifer es
la conquista de la auto-conciencia. Mientras los restantes órdenes de seres
jerárquicos se mantienen dentro de su conciencia compartida, él separa la suya,
para poder percibir, no sensitiva y afectivamente la realidad, sino a un nivel
de comprensión inteligente. Por métodos no explicitados por el momento, pero
que debieron tener bastante que ver con un esfuerzo sobrehumano de voluntad,
Lucifer hace suyo 'el fuego de los dioses', el
pensamiento de una mente singularizada, prerrogativa que, previamente,
únicamente manejaban los Elohim, entidades del orden de las Potestades, a los
que, precisamente por ese motivo, se les ha llamado 'Espíritus de la Personalidad' y 'Espíritus de la Forma Material'. En estas
dos últimas funciones, han de colaborar, respectivamente, con las Entidades Asúricas y con las Ahrimánicas. Con los Asuras para asentar
la semilla del egoísmo en el alma humana, punto ineludible a partir del cual se
asentará posteriormente el verdadero yo, preparado por el Anima Cándida y conferido en última instancia por
el Cristo. Con Ahrimán para poder
encerrar el alma humana (el cuerpo astral) dentro de un cuerpo de carne, cuya
forma ha moldeado Ahrimán a partir del
arquetipo transmitido y supervisado por Jehová, y que se ha rellenado de substancia
material que generan los Asuras a partir de la aniquilación de la sustancia
matriz primordial espiritual o Muhlaprakriti.
Si, tal como hemos visto
anteriormente, entendemos que los Seres
Luciféricos son Entidades que pertenecen
al Segundo Coro de Jerarquías Creadoras, un nivel por debajo de los Ahrimánicos, es decir, Dynamis o
Espíritus del Movimiento, que en la terminología oculta hindú son designados
como Espíritus del Fuego o Agnichváttas y también Mánasa-putras o Hijos de la
mente divina. Su especialidad es la generación de seres pertenecientes al más
bajo de los niveles del Tercer Coro, es decir, los Ángeles.
Si entendemos todo esto, entendemos
enseguida que los Dynamis o Virtudes, por estar situados por encima de los Elohim, no debieron tener excesiva dificultad en
arrebatarles una parte de su Fuego individualizado, que no es
más que una de las cualidades de la Kundalini, entendida
esta última ampliamente. O, expresado en términos más hinduístas, el Fokat o Fuego Cósmico original,
que, en todo caso, circula y opera paralelamente a la Kundalini, especialmente en aquellos tiempos primigenios.
Así pues, un determinado rango de Dynamis, tomaron una parte del 'Fuego de Individualización' de los Elohim, conferidor de auto-conciencia, y, utilizando a
los Ángeles por ellos mismos generados, los introdujeron en los cuerpos físicos
germinales (todavía no condensados a nivel material) de una serie de almas
individuales en los primeros tiempos de la Época Lemúrica, y, empleando esa
energía, provocaron una brillante descarga ascendente y vertical que, en forma
de serpiente que se desenrosca, ascendió desde el chakra básico hasta el actual
chakra del entrecejo, activándolo súbitamente, y produciendo un prematuro despertar
de la auto-conciencia en aquellos seres que estaban destinados a encarnar como
futuros hombres.
Este es el Pecado Original, y en esto consiste la famosa “tentación de la serpiente”. ¿Qué tiene que ver la mujer en todo esto?
Cuando todos los sucesos relatados tenían lugar, todavía no se había producido
la diferenciación de sexos, aunque sobre este punto los diversos autores
ocultos se expresan de formas ligeramente diferentes. En mi percepción,
concuerdo con los que se inclinan por explicar que tal diferenciación estaba
próxima, y que estos hechos fueron su desencadenante. El hombre era entonces
una especie de huevo de muy gran tamaño, con unos indicios de extremidades, que
en su medio natural le servían más para flotar que para otra cosa, algo así como
las aletas de las morsas. Aunque su apariencia externa no era particularmente
grata, al menos de acuerdo a nuestros baremos presentes, era un ser con
considerables posibilidades, y, sobre todo, era un ser altamente equilibrado,
aunque, para aquellos tiempos, estaba comenzando a dejar de serlo. En su psique
(en su cuerpo astral) y también en su cuerpo etérico, se insinuaba una
escisión. Por una parte estaba su parte espiritual y su proyecto de parte
física, esta era la futura dimensión o parte masculina. Por otra parte, estaba
su parte anímica o cuerpo astral, y su cuerpo etérico, esta era la futura parte
femenina.
Algunos de ellos se centraban o se
hallaban más activos en su parte femenina, otros en la masculina. En los
primeros predominaba el aspecto anímico 'harria
manas'(interacción afectiva con el entorno, que era, en parte semejante y en
parte distinto al descrito más arriba como propio de las actuales Jerarquías
Creadoras) y la energía etérica 'linga sharira'; en los
otros la conexión espiritual un manas germinalque vibraba
fundamentalmente al nivel de budhi, (la
identificación con las Jerarquías Progenitoras) y su futura expresión física,
entonces todavía básicamente como proyecto.
La intervención de los Dynamis
Luciféricos determinó la activación de un prematuro “manas” en aquellos humanos germinales de la Tercera Raza Hermafrodítica
inmaterial.
Esa intervención necesariamente había
de producir resultados diferentes en ambos tipos de seres humanos germinales:
El tipo que denominaremos protoFemenino, activó un manas rudimentario que se vio, enseguida,
sometido a la poderosa influencia de Kama (el Deseo, el
anhelo y apego por la sensación que producen los intercambios sensoriales), es
decir, el Yo incipiente se vio apresado por el poderoso Cuerpo Astral,
reforzado a su vez por los vigorosos impulsos energéticos de su Cuerpo Etérico.
Esto se refleja en la Leyenda de Prometeo como el buitre que
devora incesantemente el hígado del héroe caído, encadenado a la cima del
Cáucaso. Lo que se simboliza de esta forma es que para esta parte de la
humanidad, la conciencia supone el apresamiento por la fascinación del deseo,
vehiculizado por el cuerpo astral, que ataca y daña al cuerpo etérico,
expresado por el órgano más representativo de ese nivel, que es el hígado. Esta
parte de la humanidad, fue tomada bajo la protección y la dirección de Jehová,
y a ella se refiere y se consagra toda la tradición Judaica y las religiones
sobre ella establecidas. Unos seres más avanzados, de nivel superior al humano, que encarnaron junto con los
primeros humanos, siguiendo los planes de Jehová, para conducirlos
espiritualmente como guías, son denominados ocultamente Pitris Solares, o 'hijos
de Abel'. Ellos son los primeros instructores religiosos de la humanidad, los
que cultivaron el sentimiento de reverencia hacia lo divino y trascendente,
para que esta parte de la humanidad, más fascinada por el atractivo mayávico de lo material, no quedase cegada a
los restantes niveles de la realidad ni a su verdadero origen espiritual.
El tipo que denominaremos protoMasculino, activó asimismo un manas provisional, que reforzó el manas-budhi. A la inversa de lo sucedido con la otra parte de
la humanidad, en estos seres se incentivó su apego a las Jerarquías
Espirituales incorpóreas, una especie de estímulo regresivo, que incrementó sus
valores éticos cósmicos (los Lucifericos), y les llevó a rechazar, temporalmente, el compromiso con el mal que
siempre implica la encarnación física, por entender que eso podría comprometer
su integridad espiritual. Estos seres rehusaron encarnar junto con el resto de
la humanidad, y decidieron esperar hasta que existieran unos cuerpos físicos
capaces de albergarlos sin hacerles perder el nivel de conciencia
espiritualmente sensible del que disfrutaban, por lo que no encarnaron hasta
avanzada la Cuarta Época o Época Atlante. La parte que les corresponde de la
maldición Prometéica no es la del buitre, sino la del encadenamiento en el
Cáucaso, que simboliza la sílice, la estructura cristalina sólida del mundo
material, el mineral más puro. Es por ello que esta generación se designa en
términos ocultos como 'no nacida de la
carne y de la sangre (generación sexual de Jehová) sino del Espíritu', y a ellos
se refiere toda la corriente Gnóstica (Griega) y Maniquea (Persa), así como el
Evangelio de Juan.
Según algunas corrientes ocultas, y
tal como se refiere en el mencionado libro 'Leyenda
del Templo', esta parte de la humanidad protoMasculina, no fue generada por Jehová
sino por otro Eloha, muy probablemente simpatizante de los Dynamis Lucifericos. Unos seres más avanzados, de nivel superior al humano, que encarnaron junto con
estos humanos, para conducirlos espiritualmente como guías, son denominados
ocultamente Pitris Lunares, o “hijos de
Caín”. Ellos son los que introdujeron las artes y las técnicas y
enseñaron al hombre como relacionarse autónomamente con el mundo físico y
aprender así a sobrevivir por sí mismos.
Para que estos humanos no cediesen a
su original impulso Luciférico y se escapasen de la esfera de lo físico y del
ciclo de reencarnaciones, Jehová colocó en su subconsciente una poderosa
atracción (estética, qué no instintiva) hacia la materia, y generó esas fuerzas
que, poco más tarde, se condensaron en la Luna, pero que actúan, todavía hoy
día y continuarán haciéndolo en el futuro -en tanto exista el plano físico de
la realidad- como fuerzas gravitatorias, ejercidas desde el centro de la
Tierra, a partir de su núcleo Asúrico.
Esta es la 'Octava Esfera Ahrimánica', que contrapesa la 'Octava Esfera Luciférica', tal como es explicado por
Steiner en el fragmento ya aludido contenido en el librito"La Acción del Cristo en la Vida Social".
Para el conjunto total de la
humanidad, comenzando por la protoFemenina,
en laLemuria, y siguiendo
por la protoMasculina, ya en la Atlántida, Jehová determinó la división física y corpórea en
dos sexos, masculino y femenino. Esto se hizo con una doble finalidad:
Primero: convertir a los individuos
en menos autónomos o autosuficientes y, por tanto, en más manejables para los
planes de las Jerarquías Creadoras Evolutivas. De no ser así, ambas partes de
la humanidad hubiesen corrido el riesgo de no poder seguir el curso adecuado
evolutivo: los primeros por exceso de involucración en la sensorialidad
emocional gratificante, procedente de los estímulos sensorios del mundo
material; los segundos, por exceso de atracción de los mundos suprasensibles y
rechazo del mundo material.
Segundo: para sentar las condiciones
que, en función de la irrefrenable atracción hacia la complección de una
primordial estructura escindida, pudieran asentar los gérmenes del interés de
unos humanos por otros, es decir, los elementos iniciales que, con el tiempo,
podrían llegar a convertirse en ese amor al prójimo que predicó el Cristo.
Es evidente que, para la humanidad protoFemenina o Abelítica, la encarnación en cuerpos femeninos agudiza sus
inclinaciones básicas, cuando atraviesan por la encarnación física, y la
encarnación en cuerpos masculinos la contrapesa. Exactamente lo contrario
sucede con la humanidad protoMasculina o Cainita.
En la Leyenda de Prometeo, el símbolo
de la humanidad Abelítica se halla
representado por la figura de Epimeteo, y
la de la Cainita por Prometeo.
Lucifer entiende la
individualidad que ha conferido como provisional. Su Iniciación,que es la única
que ha existido hasta la encarnación de Cristo, es regresiva, consiste en
retrotraerse, paso a paso, a las condiciones previas a la encarnación.
Recorrer, al revés, las 42 generaciones que preceden a Cristo en el recuento
Bíblico judaico. Es el mismo planteamiento del Budha. Su objetivo consiste en
volver al Nirvana original.
Después de la inicial 'Guerra en los Cielos', mantenida entre las Jerarquías Crísticas,
encabezadas estratégicamente por Micael por una parte y los Espíritus
Luciféricos por la otra, una parte de los Ángeles que originariamente siguieron
aLucifer, cambiaron de bando y se pasaron al
lado de Micael.
Estos Ángeles separados de Lucifer,
dada su especialización en manejar las energías de autoconciencia, exclusiva
entre todas las Jerarquías Normales, se convirtieron en los portadores o anunciadores del Yo, comenzando por influir a Juan Bautista como individualidad más destacada en este sentido. Están
encabezados por la individualidad Angélica designada como Mani/Parsifal, y, a diferencia de los otros Ángeles Luciféricos, han escogido prolongar la individualidad como
algo definitivo, proyectado hacia el futuro, y se acogen bajo la protección e
inspiración del Ánima Cándida, que es el Espíritu Santo (Emanación o parte de) en aquella
porción del Mismo, descendida y situada provisionalmente en el Plano Etérico.
Es por este motivo que Mani se definía a sí mismo como
encarnación del Espíritu Santo o Paráclito. Estas explicaciones son irrelevantes para la
humanidad común, en tanto permanece limitada a la conciencia del mundo físico,
pero son orientativas para los discípulos, que han escogido someterse al
proceso de Iniciación que eleva su conciencia a lo suprasensible, ya que, de
esa forma, no se interfiere en su libertad de elección individual, ni en el
libre albedrío de la persona.
Como Steiner resaltaba, para
reivindicar la importancia cósmica del papel de Lucifer, no debemos
nunca perder de vista que estos segundos Ángeles, verdaderos portadores o
anunciadores del Yo, no podrían haber existido sin los primeros, es decir, sin
su previa condición de Ángeles Luciféricos, que
separaron su conciencia de la del resto de las Jerarquías Evolutivas. Sin ese
acto, aparentemente egoísta, no
podría haber surgido el ego en la humanidad en su dimensión de autoconciencia.
Sobre ese germen, los Asuras asientan el egoísmo, como
fuerzas de separación (de rechazo y repulsión) con respecto a los otros seres.
Pedro A. Quiñones
2 comentarios:
Muy Interesante, felicitaciones. Pero veo que no has leido a Samael Aun Weor, y mucho menos al VM Lakhsmi Daimon... Enfin, leelos, te lo sugiero.
Sobre lo del pecado original, es obvio que fue la fornicación, ers decir, la perdidaq del licor sexual, la sustancia más inefable del universo! Aquellos habitantes de La lemuria ya estaban divididos en sexos cuando eso... Y a partir de ahí surgió , obviamente el ego, el yo, el mi mismo... Pero como les había dicho la serpiente( lucifer) a Adan y Eva(los habitantes de la lemuria) "entonces sereis como dioses!"como entenderlo? Muy simple: si no conocemos el mal, no seremos jamás dioses, y el mal surgió luego del ego... Entonces ahora lo que nios toca es, a saber: Eliminar el Ego, mediante técnicas de autobservación psicológica, comprensión, etc.. y desde luego trabajar posiivamente con el sexo, recuperarndo su dimensión sagrada y como dios manda, es decir: mediante la práctica sagrada alquimia, o sahaja maithuna, el gran arcano AZF, unión sexual, con amor, sin adulterio, y sin eyaculación seminal! esa es la inmunda fornicación, por la cual salimos del eden!!! ya es tiempo de retornal a él, y la puerta es la misma! En fín, este es mi aporte y si quieres escribeme para discutirlo! Saludos
Interesantísimo. No lo he leído entero por falta de tiempo, pero volveré a ello. Gracias por compartirlo.
Saludos
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