Acabo de notar que tenemos un
vasto denominador común.
Nos gusta todo lo vinculado a la
administración de la polis.
Somos diletantes de lo que huele
a cultura.
Venimos de esforzarnos por
acumular conocimientos. Tópicos variopintos.
Temas académicos y sociología de masas. Psicología del marginado. Sofía
mayúscula. Un grueso mamotreto incluyente de todas las formas de manipulación,
personal o mediática, para lograr adeptos y adictos.
Vale. Te admito en mi continente
vital y eso no es moco de pavo.
Creo que tú haces otro tanto
desde tu México ancestral y tampoco es algo así de simple.
Todo tiene un precio, ya lo
sabes.
Pero para nosotros es lo mismo
que la minúscula diferencia entre levantarse o arrastrarse fuera de la cama.
Te leo. Me lees. Te leo. Me lees.
Y así en estricto sentido rectilíneo.
A veces suelo ser tan oscura o
críptica como hoy, como en estos garabatos que te dedico para decirte que me
importas, que no me resultas para nada ajeno, que te observo y analizo y trato
de bosquejarte en un papel inexistente que se empecina en estirarse en mi mente incongruente.
Porque cuando pienso en ti pierdo
últimamente la coherencia sublime con que fui dotada y desciendo a este nivel
donde la abstracción impera y se
multiplica como en una feria dadaísta decadente y extemporánea.
Llueve.
También está frío, destemplado.
Ojalá lo entiendas.
MIR
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