Quizás no debí pedir algo así.
Porque hay cosas que no deben pedirse,
Que tienen que ser libres.
Y dejarse venir, si procede,
garabateando cordones de veredas
o dejándose llevar por la corriente
de un charco,
un arroyo cristalino
o un océano.
Da lo mismo.
Ya sabes:
las incógnitas de los espacios.
Ésos que no saben casi nunca
qué hacer con nosotros.
Dónde ubicarnos.
Si después del signo de interrogación
O del punto aparte.
Y mientras tanto,
Yo aquí, en esta brecha de tiempo,
En este almácigo improvisado
Donde tus semillas y las mías
Germinan libremente.
Sin incomodarse.
Sin condicionarse.
Lo dicho: quizás no debí pedir
Y mucho menos algo así.
Porque las lianas
vinieron a atar mis manos
a tu carro triunfal
y mis piernas
a tus pisadas heterodoxas,
y yo no sirvo para improvisar tanto.
Simplemente, no tengo pasta de dependiente
ni de esclava voluntaria
ni de mujer sumisa y solícita
pidiendo que le bajen la luna
o le aseguren el pan de cada día.
Soy rebelde
y muy mía
y fuerte
y no sé suplicar
ni sentarme a esperar que venga la cuchara a mi boca
o la copa sin veneno
que acaba de probar el fiel criado,
o el obsequio de un verso
que debe nacer libre
bajo mis contornos de musa improvisada.
No te preocupes:
Dejaré correr las aguas subterráneas
y las de la cima de esas cúspides nevadas
hasta que laven los vestigios
todos ellos
y podamos mirarnos sin asombro
largamente
como antes de pedir
lo que no debí pedir.
Mir Rodríguez Corderí
1 comentario:
Debiste pedirlo aunque sólo sea porque te motivó a escribir estos versos. Un besote.
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