Quizás porque sin darnos cuenta
hemos desertado de las formas.
Nos ha sobrevenido un tiempo
sin relojes,
un mundo donde la ausencia del otro
es casi un imposible.
Aún a la distancia
nos seguimos siendo.
Es como si un duende caprichoso
nos hubiera convertido
en un solo impulso amorfo
donde tus límites
se confunden con los míos.
Y somos así
una nación de dos recién nacida
con nuestro propio idioma
plagado de silencios abismales
cuando no estamos juntos.
Mir Rodríguez Corderí
No hay comentarios:
Publicar un comentario